No recordamos un silencio tan profundo como el vivido en la noche del viernes 19 de noviembre en San Pedro. El motivo: el inicio de la festividad del Cristo de la Misericordia de la Cofradía del Consuelo de Antequera.
A las 21,30 horas convocó la Cofradía que preside Visi Bracho y a esa hora inició el primer día de triduo el vicario episcopal Juan Manuel Ortiz Palomo que se dirigió a los presentes haciéndoles partícipes de orar ante la imagen de Cristo.
Seguidamente la hermana mayor de la Cofradía rezó en la Capilla de Ánimas y jóvenes cofrades formaron un cortejo para el traslado del Cristo hasta el Altar Mayor. Fue cuando empezó la oración del devoto y hermanaco Pedro Ruiz Pérez, que hizo reflexionar por lo valores esenciales del cristianismo y de la misericordia.
Y nada más salir de su capilla, sorpresa al acompañarle los sones de la Banda de Cornetas y Tambores Coronación de Campillos. Su presencia fue un rezo más y a pesar de sus melodías y ser una banda referente en Andalucía, consiguió más silencio en el templo de lo que recordamos tal noche como la de este viernes y que la gente estuviera pendiente de la reflexión, fusionada en unas marchas interpretadas a la perfección.
Con “Réquiem”, homenaje a los que se fueron y con “Gólgota” a quienes padecen un calvario, pero tienen su fe en Cristo. Ya en el Altar Mayor, empezó Ruiz Pérez su oración con: «El mundo, nuestra sociedad en la que vivimos, está en la Cruz. No podemos perder este horizonte».
Recordó «cuántas veces hemos llegado a esa montaña y en la Cruz te hemos contemplado, con esos ojos de niño, pero con esa faz de soldado. En ti, no quiero ver un Cristo de historia, pero a veces veo un mundo destrozado, una humanidad muriendo, pero muriendo entre mis brazos. Y yo en tanto seguiré dándomelas de cristiano, pensando que el mal de lo hombres se lo hicieron mis contrarios».
Deseó «poder arrancar una a una las espinas de tu cabeza, y de tus manos y pies sangrantes, arrancar los fríos clavos. No quiero seguir mirando para otro lado y dándomelas de cristiano, pensando que el mal de los hombres se lo hicieron mis contrarios».
Se sostuvo en la banda para con las marchas «De San Bernardo al Cielo» y «Arrepentimiento» volver a parar, reflexionar y rezar ante su Cristo. Y mostró su esperanza porque «este es el tiempo de la Misericordia, es el tiempo de la Misericordia para todos y cada uno, para que nadie piense que está fuera de la cercanía de Dios y de la potencia de su ternura».
Pidió «quitarnos la venda de los ojos que nos impide ver con nitidez lo que realmente es importante en la vida, y es en este escenario donde descubriremos al Señor, en el pobre, en el necesitado, en el que sufre, ahí está presente el Señor».
Y si ya consiguió pensar en nuestra vida, tras arrodillarse ante la imagen y colocarle una rosa, emocionó con su final: «Papá, hoy desde ese palco en el cielo que compartirás con tantos que ya se fueron, la prima Carmen, Antonio Bracho, y otros tantos, PAPÁ decirte que te fuiste muy pronto pero seguro que el Señor te necesitaba, incluso más que nosotros. Pero desde ese palco hoy estarás orgulloso que tu hijo le está rezando a tu Cristo de la Misericordia».
Y con una fuerte ovación y la marcha «Caridad», concluyó la oración de un joven que siente a su padre cuando lleva a su Cristo sobre sus hombros, que utilizó la palabra, la pausa y la música para hacernos reflexionar ante la cruz y la misericordia.
Y de paso regaló a Antequera el poder volver a sentir una de las mejores bandas cofrades que han pasado por procesiones en nuestra ciudad, un grupo que reza con sus sones acompañando a cofradías de la Semana Santa de Málaga y Sevilla. Hay muchas formas de rezar y Pedro Ruiz lo consiguió y lo demostró.
Anoche, en Antequera, cayeron unas lágrimas desde ese palco que aludió el orador, el que le hace acariciar la cruz para encontrar misericordia en su cristiana vida.
https://www.youtube.com/watch?v=h653rfZistA