Hace unos días, un señor delLevante español, puso el dedo en la llaga. “Somos viejos, pero no idiotas”. No se puede imponer a toda la ciudadanía que sean unos expertos en el manejo de la tecnología. Y aunque es cierto que en el tema bancario los cajeros llevan mucho tiempo funcionando, los usuarios quieren que se les atiendan en ventanilla, consultar lo que les parezca oportuno y se le resuelvan la gestión por la que han acudido a la entidad.
En tiempos de las vacas gordas bancarias se cumplía a rajatabla, el cliente llevaba la razón y los empleados de la entidad se desvivían por ofrecerles los servicios mejores, porque eran amables y la competencia enorme. Las vacas no han perdido mucho peso para los Bancos, pero estorban los usuarios. Todo esto viene a cuento porque sé por la prensa local que el señor Alcalde ha tenido que llamar la atención a la compañía de transportes para que ofrezca un servicio digno al ciudadano.
Alsa, que parecía que iba a solventar las deficiencias que Casado arrastraba desde años atrás, se presentó como la modernidad de un transporte que extendía su red por toda Andalucía y enlazaba combinaciones a distintas capitales. El centro neurálgico, obviamente, es Antequera. Y probablemente la estación más descuidada de cuantas expanden su red de servicio. Cuando Alsa llegó a nuestra ciudad, había un empleado, que con mayor o menor agrado, atendía en ventanilla, orientaba de los horarios e indicaba el andén que habrías de elegir según fuera tu destino.
Ahora, una maquinita y un tablón con todas las horas del día y sus pueblos de destino correspondientes, sustituye al empleado que estará gozando de una merecida jubilación. Y el caos, de punta a punta, asegurado. Hay que ir preguntando dónde se coge el coche de destino, después de pasar lo suyo para sacar el billete de la maquinita. Muy delicada, por cierto, no admite cualquier billete y hay que tratarla con la ternura de un niño pequeño para evitar repetir varias veces la operación. Alsa dice “que tiene dificultades por haber disminuido mucho el número de viajeros”. Habría que preguntarse el porqué y, entre otras cosas, el retraso en los horarios.