En nuestra sección de efemérides nos encontramos con una reseña del 14 de febrero de 1904. “Empieza a funcionar como tal la Caja de Ahorros y Préstamos de Antequera, cuya oficina se situó en la Plaza de San Sebastián, en los bajos de la que sería «Casa de los Bouderé». Abría, en un principio, los domingos por la mañana, que era cuando llegaban del campo los obreros. Luego siguió abriendo todos los días de la semana”.
Desde esa fecha hasta nuestros días hemos pasado por diferentes épocas. Nos viene a la cabeza los años de los talones, de las letras, las colas para ser atendidos por el personal de ventanilla en una mesa, con medidas de seguridad, los horarios de tarde y los de mañana, los grandes años de las acciones sociales de las cajas de ahorros y nuestros días.
¿Se acuerdan del Día del Ahorro y las proyecciones gratuitas como ET en el Cine Ideal donde te regalaban hasta un libro? ¿Y de los regalos en la cabalgata de Reyes Magos? O la carta con una libreta de ahorro con 100 pesetas a cada niño que nacía en Antequera.
Eran otros tiempos, sí; pero donde había un trato cercano y próximo. Se tenía que pedir una recomendación para firmar un préstamo o una hipoteca y tras la cajas de ahorros, se abrieron bancos y hasta el Banco de España tuvo su delegación en la calle Carreteros, hoy sede de la Agrupación Fotográfica de AFA.
Llegó Internet, las comodidades de ver las cuentas en casa, hacer transferencias y operar con la banca electrónica. Desaparecieron las cajas de ahorros, los políticos se hicieron con las entidades financieras y empezó la pesadilla que vivimos hoy.
No entendemos cómo dan resultados de millones de euros de beneficio y luego cierran oficinas, reducen personal, imponen comisiones desorbitadas y acosan al que no puede afrontar sus compromisos. Son “cosas de los de arriba”, nos dicen. Pero, ¿quién vela por los de abajo?
Tenemos la suerte, como suponemos que en cualquier ciudad, de disponer de un personal atento que busca las mejores soluciones en el contacto directo, pero les limitan tanto “desde arriba” que no pueden seguir ofreciendo el servicio de siempre. Tienen que consultar todo y emplazarnos a utilizar los cajeros e Internet.
Nos decía una persona mayor en esas colas inhumanas en pandemia y con el frío, que ya no dan ni caramelos, ni bolígrafos ni almanaques. ¿Tanto les cuesta? ¿Dónde van tantos beneficios?
La banca, como otras grandes empresas (está visto que la globalización y la concentración de poder lleva a la deshumanización de la vida) están destrozando los valores con los que crecimos. Cuando las personas son números y no seres humanos, pasa lo que pasa.
Estaremos avanzando en muchos ámbitos, pero en cercanía, atención y trato común y propio de unos valores humanos, vamos para atrás cada día más y peor. ¿Nadie se atreve a hacer un giro? Si no nos quieren como personas, pues que trabajen con máquinas y ordenadores, pero que no hagan estas faltas de respeto que cada día se ve hoy más y en peores circunstancias.
¿Se atrevería alguien a crear un banco o una caja de ahorros con los medios de hoy, pero con la humanidad de antes? No tendrá los resultados de beneficios de los de hoy, pero seguro que captarían la clientela que tiene en falta ese trato cercano y próximo que muchos empleados de banca ofrecerían si les permitieran.
