Los dos años de pandemia, los cambios de recorrido motivados por las obras en calle Infante don Fernando, el tiempo sin actividad en los cuerpos procesionales y la mejora del patrimonio marcan la Semana Santa del 2022, la del regreso de las procesiones a la ciudad.
Si las cofradías tuvieran campanas como los templos estarían repicando las 24 horas del día. ¿El motivo? Tras el Domingo de Resurrección de 2019, un 21 de abril, y salvo las procesiones extraordinarias entre septiembre y octubre del pasado año, la ciudad lleva dos años sin procesiones en Semana Santa. Y ya estamos en puertas, con mascarillas aún, con restricciones, pero esperando que pronto se recupere la total normalidad.
Una semana donde los recién nacidos y a los que les pilló con corta edad, no han sentido aún lo que es experimentar una procesión en la calle dentro de la semana del Triduo Pascual que concluye con la Resurrección. ¿Cómo reaccionará ese niño que no sabe lo que es escuchar a una banda abriendo el paso de un Señor, una Virgen o una Santa? ¿Qué recuerdo tendrá esa niña que ha crecido sin volver a sentir una Semana Santa en la calle además de en el interior de los templos?
¿Cómo reaccionarán los jóvenes? ¿Respaldarán a sus cofradías, harán brillar aún más sus siglos de historia? ¿Es hora de meter el hombre entre todos? ¿Y los mayores, volverán con aires de juventud? ¿Y la gente de fuera, vendrán como aquellas épocas de los trenes-botijo?
Pero, ¿cuántas nuevas lágrimas caerán en los rostros de María en recuerdo de todos aquellos que se fueron solos, sin saber que no volverían a vivir una Semana Santa como la de su tierra? De cada uno depende participar en ella para que la del 2022 sea recordada como la del reencuentro, la del despertar del sentimiento cofrade hecho pasión y gloria según Antequera.