domingo 24 noviembre 2024
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El sol se une en el Arco de los Gigantes a la procesión del Socorro que emociona por calle Duranes en Antequera

La Cofradía del Socorro volvió a brillar tras su magna procesión de octubre pasado por su cuarto centenario. Esta vez fue de nuevo en Semana Santa, con un día espléndido donde el sol acompañó por su barrio y luego fue bajando al centro donde el Nazareno y la Virgen emocionaron a hermanacos, cofrades y devotos. ¡La petalada que le ofrecieron por Duranes! Para no olvidar y repetir… Cuando las cosas salen del corazón.

Un Viernes Santo como sueña un cofrade: con sol y sin tener que mirar al cielo por amenaza de lluvia. La plaza de la iglesia de Santa María de Jesús llena como en las grandes tardes de los de «Arriba» y con los dos nuevos azulejos en su fachada. Primero salió el Nazareno cuyo «arriba» lo dio el pregonero de la Semana Santa de Antequera, Manuel García de la Vega. Emocionó y levantó ánimos de hermanacos y de un barrio entero: «¡Vamos a subir a Jesús Nazareno!».

Luego salió la Cruz de Jerusalén con su nuevo hermano mayor, José María Matas Alamilla. Y por último, la luz de un barrio, de un lugar, del pórtico del Cielo: La Virgen del Socorro. Volvía a ser hermano mayor de insignia uno de los devotos más constantes de la Virgen, Manuel Ortiz Román. Tras haber sido hermanaco, sabía lo que era estar bajo las andas. Tras superar las barreras de salida, optó por bajar al suelo mirando al barrio. Y con un «¡arriba!» hizo subir el palio y más al Cielo aún a la Socorrilla, mientras que la Banda de Otura, empezaba su repertorio con «Madre del Cielo».

El sol de Antequera empezó a acompañarles por la estrecha calle Herradores y llegada al Arco de los Gigantes, donde los presentes marcaban el camino. Cada trono se paró frente al Hospital Comarcal para dar su bendición y vuelta en el sitio para encarar Herradores.

Un Viernes Santo como el día que de nuevo más gente se aprecia en la calle, la cofradía que más gente tuvo en su recorrido. Bajada por Viento, Zapateros y maravilla para la vista el ver llegar de día a la Plaza de San Sebastián. Pararon ante la puerta de la Colegiata con oración del Arcipreste y vuelta a la fuente para bajar por Encarnación.

Entrada en Calzada y al llegar a Villodres varios «parones» típicos del Viernes Santo. Los dos años de pandemia y el nuevo trayecto pueden tener este año su explicación, pero las cofradías tienen que corregir el ritmo de las comitivas y más cuando va más de una por el mismo sitio. Seguro que lo tienen en cuenta y lo mejoran para el 2023.

 

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Lluvia de pétalos con «Socorro, Reina del Portichuelo» al pasar por Duranes

El ritmo de los Regulares marcaba el inicio del cortejo, donde la Cruz de Jerusalén anunciaba que detrás venía el Nazareno que, como nos tiene ya acostumbrados desde que cuenta con una banda de cornetas y tambores detrás, mecen siempre que pueden al son de las marchas, este año con “Dolores Coronada” de Álora.

Y decían que no entraban… ¡Y cómo lo hizo! Manolo Ortiz que dirige con maestría cualquier obstáculo y entran a la carrerilla a la calle y cuando está el palio al completo, los de Otura que marcan con «Socorro, Reina del Portichuelo» su primera marcha. ¡Y lo que se sintió! Mecen los hermanacos, se emocionan quienes van delante de Ella y de repente, entre los aplausos y vítores de los balcones… ¡una petalada! Y qué petalada. Llovía del cielo, desde todos los balcones, pétalos blancos y rojos, colores de la ciudad, de las más abudantes que recordamos.

Y los hermanacos que marcan paso hacia adelante, hacia atrás y de nuevo para adelante, paran en el sitio, y los pétalos que seguían cayendo. Y hermanacos, cofrades y vecinos que no paran de gritar: «!Viva la Virgen del Socorro!». ¡Cuánta emoción vivida!

Y como no se cabe en la calle estrecha, las aceras de Lucena hasta Madre de Dios aguardando ver lo que escuchaban en forma de varales, aplausos y los sones de Otura. Y al ver cómo va saliendo la Virgen desde Duranes, las palmas se amplían a toda la zona de Lucena que reconoce con una ovación grandísima lo que significa para la ciudad la Socorrilla.

Y llegada a San Agustín, los de la Paz que hacen sus «vegas» y los del Socorro que las inician desde San Sebastián. No pudo haber «encuentro» (esto lo tienen que solucionar las dos cofradías, la Plaza de San Sebastián y los presentes reclaman ese gesto) y se tienen que conformar con la «despedida» en la «citarilla».

Primero pasa la Cruz de Jerusalén con cientos, cientos de personas, muy jóvenes cada vez más. Y luego llega el Nazareno. Impresionante al alzar sus horquillas saludando a la Virgen de la Paz y el gesto de avanzar y retroceder porque desde hace tres años no sentían ese momento y querían congelar el tiempo. Pero tenían que seguir avanzando porque detrás venía el Socorro.

¡Y qué decimos! Que si no lo han visto, que vean el vídeo de la vega de la Virgen del Socorro. Somos incapaces de momento de contabilizar cuánta gente había en las cuestas. Imposible porque no había hueco libre ni en las aceras, ni delante ni detrás de los tronos. Tantas que tuvieron que parar más veces de las habituales porque las imágenes no podían avanzar.

Y lo hacían, con mascarilla, con esfuerzo y con fusión de Paz y Socorro, Socorro y Paz al llegar a la «Citarilla». Y allí que ambos palios mecen, se saludan con horquillas en alto y conectan sus miradas y la emoción que se desborda. Los del Socorro siguen subiendo las cuestas y los de la Paz que mecen por última vez antes de terminar su procesión.

Ya en el Portichuelo, los tres tronos llegan a la puerta procesional y cuando parecía que todo había acabado: ¡se abren las puertas de la iglesia y allí estaba la Banda de Otura que regala «Socorro, Reina del Portichuelo» para el «encuentro» final para cerrar otro histórico Viernes Santo por las calles de Antequera. 

Así terminaba una noche soñada tras dos años entre tinieblas. Cruz de Jerusalén que marca el camino de la vida, Nazareno que llora su pasión y la Madre que sonríe o llora según sea el momento de la vida por el vivamos. Y como dice la letra de su última marcha: «Virgen del Socorro, Madre del Cielo. Antequera se viste para tu celebración y El Portichuelo te espera para tu bendición». 

 

 

 

 

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