Todo es hablar de estrategias. Unas más acertadas que otras. Lo cierto es que la de Juanma ha funcionado, tan bien, que ellos son los primeros sorprendidos. No tardarán mucho en imitarlos los demás. Las siglas del partido pueden cotizar a la baja respecto a su cabeza visible, y no hay que correr riesgos. Ahora llegan para algunos los exámenes de conciencia en profundidad. Se empieza barruntando en el interior el odio al ganador, a dejar atrás la vida de poder que hasta ahora le ha acompañado.
Comienzan la mayoría de los pecados capitales a invadir los cuerpos de aquellos que los votos les han hecho quedar atrás, relegados, sin apenas poder. Saben que no son necesarios y tienen que ingeniárselas para trabajar de forma eficiente y que el resentimiento no sea lo más importante en sus vidas. Han unido mucho el éxito, poder y reconocimiento social y ahora todo se desvanece. Ni pueden acallar sus conciencias culpándoles a los suyos que no les hayan acompañado en esta última convocatoria, o lo que es peor, que muchos de ellos se hayan dejado seducir por otras opciones.
Poco se habla de los electores. De la inteligencia que han demostrado tener eligiendo a la persona con la que se encuentran mejor representados. Alejados de la huída de amenazas de quienes necesitan instalarse en el histrionismo para tratar de convencer y de paso, amedrentar al contrario. El tono amenazante ha quedado relegado, demostrando su más completa inutilidad. Y jalear a la población, si el resultado era adverso, ha sido una torpeza de dimensiones que tardaremos tiempo en saber. Lastra se ha lastrado, su capacidad política se ha visto disminuida por el recurso a la desesperada de evitar que su partido cayera en desgracia. No ha podido evitarlo. Además, su imagen ha salido bastante dañada. A la calle habría que salir, no para protestar por las andaluzas que ha sido un ejemplo de civismo.
La salida sería para tratar de frenar la subida de precios. Aunque al ejecutivo le duela la boca de hablar de políticas de izquierdas, parece que los electores no acaban de fiarse, tanto es así que los barones socialistas temen perder su poder si la gente considera que Andalucía es un buen ejemplo que hay que repetir.