viernes 22 noviembre 2024
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Domingo 3 de julio: “Todos somos misioneros que traemos paz”

Durante este tiempo ordinario del año, la Iglesia nos anima a vivir generosamente nuestra vida cristiana. El Evangelio  enfatiza la misión de la iglesia. Todos somos misioneros que traemos paz a los otros y la Buena Nueva: que el Reino de Dios ya comienza entre nosotros. Siempre hay dificultades para la instauración del Reino de Dios, pero la ternura amorosa de Dios es más fuerte que las fuerzas del mal.

Frente a un mundo que nos lleva a la tentación de la facilidad, el estancamiento y no salir de nuestra zona de confort, Jesús en el Evangelio de hoy “nos pone las pilas” para salir de nuestra vida fácil y cómoda. “Poneos en camino”. Aunque lo olvidamos una y otra vez, la Iglesia está marcada por el envío de Jesús. Por eso como nos recuerda el teólogo José Antonio Pagola: “Es peligroso concebir a la Iglesia como una institución fundada para cuidar y desarrollar su propia religión”. La Iglesia es una pero ha de enfrentar a tendencias e ideologías que quieren arrastrarla a la división y enfrentamiento basándose en tradiciones y formas que no corresponden a las líneas pastorales del Concilio Vaticano II. Recordemos también las palabras del Papa Benedicto XVI: “La Iglesia no está ahí para ella misma, sino para la humanidad”.

Por eso hoy tan peligrosa es la tentación de replegarnos sobre nuestros propios intereses, nuestro pasado, nuestras adquisiciones doctrinales, nuestras prácticas y costumbres. Más todavía si lo hacemos endureciendo la relación con la cultura actual. Preguntémonos: ¿Qué es una Iglesia rígida, anquilosada, encerrada en sí misma, sin profetas de Jesús ni portadores del Evangelio?.

Volvamos al Evangelio de Lucas en donde Jesús nos recuerda: “Cuando entréis en un pueblo…curad a los enfermos y decid: “Está cerca de nosotros el reino de Dios”. Esta es la gran noticia: Dios está cerca de nosotros animándonos a hacer más humana la vida. Pero no basta predicar una verdad para que sea realmente atractiva y deseable. Es necesario hacerla comprensible: ¿qué es lo que puede llevar hoy a las personas hacía el Evangelio? ¿Cómo pueden captar a Dios como algo nuevo y bueno? Tras esta gran pandemia y crisis provocada por la guerra de Rusia contra Ucrania, ¿Qué gesto y palabras se le piden hoy a la Iglesia?

Seguramente muchos andamos metidos solo en la queja del cambio y nos falta amor al mundo actual, y no sabemos llegar al corazón del hombre y mujer de hoy. Ya no basta predicar. Hay que escuchar. Es lo que el Papa nos pidió en la encuesta del Sínodo. Y así lo han expresado los presos y presas desde la cárcel: “Queremos una Iglesia cercana al dolor y sufrimiento de los presos y nos sentimos Iglesia participando en las misas tan cercanas y emotivas que celebramos en la cárcel y que fuera nos resultaban frías y alejadas”. 

La misión a la que nos envía el Señor no es de entrar en la dinámica del hacer sino ante todo rezar para que el Señor envíe obreros a su mies. Tomar conciencia que es Jesús el que toma la iniciativa de llamarlos. Y tomemos nota de la advertencia que nos pone Jesús en nuestro trabajo de envío misionero. No vamos a una labor fácil ni agradable. Vamos como corderos en medio de lobos.

Finalmente en medio del dolor que a todos nos causa esta guerra en Ucrania, Jesús en el Evangelio nos habla del mensaje misionero de la paz: “Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa”. Esta paz nace de la confianza total en Dios y afecta al centro mismo de la persona. 

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