Carmen Bueno Paradas empezó su carrera profesional como delineante junto a su marido Juan Antonio Peláez. Sin embargo, la vida le hizo cambiar de rumbo y con apenas 20 años se metió entre fogones. Juntos llevan ya 38 años en el sector y desde 1994 al mando de la cocina de Mesón Adarve.
“Me metí en la cocina con mi suegra y como tenía mucha habilidad mi suegra empezó a dejarme sola al frente. Antiguamente se traía mucho pescaito, no había tanta variedad, y yo cuando me puse a trabajar con ella empecé a introducir otras cosas, otra variedad de cocina”, recuerda Carmen de sus inicios.
En 1994 abrieron Mesón Adarve. Confiesa que ha sido autodidacta: “Me he enseñado yo sola, nadie me ha enseñado, no he tenido escuela, no he tenido tiempo de irme a estudiar, yo sola en mi cocina y mejorando día a día, constantemente”. Eso sí, su madre ha sido su libro de consultas: “Mi madre ha jugado un papel importante porque cualquier receta que hacía he llamado a mi madre para preguntarle cómo lo hacía ella, y ella me decía cómo se lo había enseñado mi abuela. La receta del Bienmesabe me la dio mi madre, que era la receta que hacía mi abuela. Las esponjillas antequeranas, que es un plato que no es muy conocido pero sí lo hacían nuestras abuelas, lo he recuperado”, que convirtió un bar de tapas en un mesón de cocina tradicional.
Productos de calidad y constante aprendizaje
Ganadora del concurso a la mejor porra antequerana organizado por Málaga Adentro, el jurado destacaba la calidad de los productos utilizados. Explica Carmen: “Yo siempre he trabajado con un producto muy bueno, de la mayor calidad. No he sido capaz de poner algo que no fuera bueno. Siempre he tenido esa cosa de mejorar. Comprando productos muy buenos, elaborándolo lo mejor que puedo. Soy tan exigente conmigo misma que yo un plato que no me salga lo haga otra vez, no me importa. Pero tiene que salir bueno sí o sí”. Y continúa: “Se puede decir que incluso hoy en día no paro de aprender, siempre intento mejorar, aprender cada día una cosa”. Para ella, Adarve es su casa: “Las que mesas que entren tienen que estar bien atendidas y que se vayan de mi casa contentos. Y que nosotros lo disfrutemos, sin agobios. En el momento en que entras a Adarve, es tu casa, somos una familia, todos. Darle confianza al cliente para que se sienta a gusto con nosotros. Es un trabajo duro, pero me encanta. Nos encanta a los tres”, concluye Carmen, que junto con su marido Juan Antonio y su hijo Juan José, disfruta cada día en Mesón Adarve.