viernes 22 noviembre 2024
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Domingo XVI del Tiempo Ordinario: Marta y María

Cuando todavía estamos celebrando el día de las Cármenes, Mamen, Carmiñas y Carmelitas… la liturgia dominical nos presenta dos propuestas de nuestra vida: la acción y la contemplación. Después de escuchar el pasado domingo, cómo Jesús, al concluir la parábola del buen samaritano, nos decía: “Ve y haz tú lo mismo”, puede parecer que toda la enseñanza de Jesús se concentra en la “hacer”. Para ser un cristiano “samaritano”, debemos escuchar la Palabra y la ponerla en práctica.

Marta y María han hospedado también a Jesús en su casa. María ha permanecido a la escucha de la palabra de Jesús. Marta ha cargado con todo el trajín, más atenta a que el hospedaje que ofrecía a Jesús fuera honorable. No estaba mal esto, pero no era  lo principal. Jesús no había ido a su casa a que le dieran un banquete, sino a ofrecerles su cercanía y gozar de la amistad.

Cuando Marta, nerviosa y agobiada pide al Señor que reproche a María, aprecia que es ella la corregida: “Estás inquieta y nerviosa por tantas cosas: una sola es necesaria”. No reprendió su tarea, sino el modo de hacerla: Quiere jugar un buen papel delante de su huésped, causar buena impresión,  manifestarse como buena anfitriona, y en lugar  de dedicarle a él la atención y el cariño, la mirada y el aceptación, la dedicó a los trabajos que estaba realizando para Él, pero olvidó lo más importante la persona de Jesús que estaba con ella, mientras que María, tomó la mejor parte, eligió la persona de Jesús.

Ambas  actitudes son necesarias en el cristiano, pero cuando no se conjugan se corre un riesgo: en el “hacer”  se puede caer en el activismo y en el “contemplar”  en la pereza y el ocio. El cristiano tiene que hacer la síntesis de las dos posturas. No excluir una en detrimento de la otra, sino integrar las dos. De la intensidad de la atención al Señor brota la iniciativa del servicio y la permanencia en él, aunque no sea gratificante. Es necesario tener el corazón de María y las manos de Marta. 

No nos ocurra lo que le pasó a aquel sacerdote que se levantaba muy temprano porque tenía muchas cosas… cuando llegó la noche, cansado, se sentó en su mesa y enfrente tenía la cruz, y muy osado le presentó su cansancio a Jesús, y le dijo: Señor, de cuales obras te sientes más orgulloso de mí… después de un silencio, Jesús le dice: has tenido tiempo de muchas cosas, pero te has olvidado de mí. Que no nos ocurra a nosotros.

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