En el evangelio de hoy, Jesús se asoma al futuro y señala algunos acontecimientos que padeceremos. El más inmediato la destrucción del templo. ¿Veis ese enorme edificio que parece desafiar el futuro?, “llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra.” Y sucedió el año 70.
A continuación anuncia que muchos vendrán en su nombre diciendo: “Yo soy”. Es decir, muchos utilizarán su nombre para sus intereses. Y Jesús pide: “No vayáis tras ellos”.
También reconoce que siempre habrá guerras, (por desgracia la historia le sigue dando la razón). Y por último, anuncia que los suyos serán perseguidos. Y así sucedió y sucede. Hoy en África es perseguido un cristiano de cada cinco; en Asia dos de cada cinco; y en América Latina uno de cada 15. Hoy, hay más mártires dando testimonio de la fe que en los comienzos del cristianismo. Y Jesús añade: “Así tendréis ocasión de dar testimonio”.
Dar testimonio, porque testimonio es la traducción de la palabra ‘martyrion’. Y mártir es el que da testimonio de la fe. Y Jesús quiere que seamos sus testigos “en las sinagogas y en los tribunales”. Con lo que nos advierte que hemos de dar testimonio ante todos los poderes. Y eso, a pesar de que nos arresten, traicionen, hablen mal de nosotros o quiten la vida. Hay que dar testimonio, aunque nos conduzca al martirio cruento o incruento.
Porque dar testimonio de Jesucristo, como el supremo valor, en un mundo que da el valor supremo al placer o al tener, lleva a ser tildados de unos anticuados a los que no hay que tener en cuenta. Dar testimonio defendiendo la vida, toda vida, lleva a que nos tachen de personas que van contra la corriente de los tiempos.
Dar testimonio de la verdad y el valor de la palabra, lleva a que nos miren como tontos ilusos que no saben vivir en el presente. Dar testimonio de la justicia e igualdad, hará que por los intereses de las ideologías o del poder se nos desprecie y persiga.
Estar en contra de la manipulación de los pueblos y dar testimonio del valor de cada persona, nos llevará a ser condenados como gente políticamente incorrecta y dañina.
Pero, sin embargo, es a este mundo al que hemos de amar, porque Jesús dio su vida por él. Es a este mundo al que hemos de anunciar el mensaje de amor salvador de Jesús.
Nuestra respuesta ha de ser testimoniar a Jesucristo en el trabajo y en las relaciones. Ya que nada hay más maravilloso que su amor.
Y Jesús concluye su mensaje diciendo: “con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”. La vida es una carrera de fondo, los que perseveran con el Señor, alcanzarán la meta.