Dedicamos la portada de este periódico a Bartolomé Ruiz González, hijo de las Tierras de Antequera, que se ha jubilado tras 18 años al frente del Conjunto Arqueológico de los Dólmenes. Y es noticia porque ha sido la llave para abrir las puertas que estaban cerradas desde 1994 para adecentar, exponer y presumir del conjunto dolménico.
Hablar con él es señalarte a personajes como Alfonso XII, Louisa Tenison, Nuria Sanz, Margarita Sánchez o Michael Hoskin como los encargados de conseguir el deseado reto y sueño de ser Patrimonio Mundial. Pero su figura ha tenido que ser clave para aunar esfuerzos y salvar las piedras que se iban poniendo en el complicado camino. Estar entre las dos aguas del PSOE y PP en los años claves, no tuvo que ser fácil.
Natural de Casabermeja, Antequera siempre ha sido uno de sus lugares favoritos. Lo sería por enamoramiento o por reconocer lo que se tenía, algo que a veces tenemos en falta de organismos y cargos públicos. Como director general y responsable en la Junta de Andalucía, fue quien restauró retablos e imágenes en templos como San Francisco y Santo Domingo, quien adquirió el Tholos del Romeral o la ciudad romana de Singilia Barba.
Como responsable de los Dólmenes, fue quien tuvo que buscar cómo salvar el “ni una peseta más” del consejero Suárez Japón hasta la apertura del edificio museístico de Patricia del Pozo. Tuvo que ser complicado estar dentro de la administración autonómica y ver cómo consejero tras consejero, se iban olvidando una vez más de los Dólmenes.
En la entrevista cita las actuaciones de los consejeros de la tierra Rosa Torres y Paulino Plata junto a Jesús Romero, como quienes retoman el proyecto. Obvia los años oscuros del surgimiento de la candidatura de Medina Azahara y los eclipses de Luciano Alonso y Rosa Aguilar. Pero encontró la salida del sol con la candidatura a Patrimonio Mundial con una campaña inaudita y llena de éxito del “Piedra sobre Piedra” de Juan Rosas y Manolo Barón, con el hándicap del traspaso de poderes del PSOE al PP.
Si escribe sus memorias, tendrá mucho que contar de lo que fue un megaproyecto para 1992, pero se quedó en el olvido cuando la política se impone al sentido común que simplemente tenía que reconocer lo que hace 6.000 años realizaron los constructores de los Dólmenes. Pero al final, la alineación del valor universal excepcional del Sitio de los Dólmenes se impuso y brilló porque siempre sale el sol… por Antequera.
Su ímpetu y entrega relucen lo que precisan puestos tan importantes como el director del conjunto arqueológico de los Dólmenes. Expectantes estamos de conocer quién lo releve. Alguien que tendrá que enamorarse de esta tierra para poder desvivirse por este espacio, ejemplo para el mundo.
Nos quedamos con su entrega, sus trabajos invisibles para hacer posible un sueño de 1986: ser Patrimonio Mundial. Y esperamos que tras su figura surjan muchos otros que consigan, por ejemplo, que Singilia Barba se estudie y ponga en valor, que la Carnicería de los Moros se convierta en un reclamo romano y que se aprovechen al máximo los espacios monumentales de nuestra ciudad.
Y que no se haga por ponerse una medalla, sino por reconocer a esas generaciones de anteuqeranos que lo dieron todo por esta ciudad y nos dejaron el legado que aún está escondido o falta ponerlo en valor.