En estas fechas del año muchos de nosotros nos podemos estar plantearnos introducir cambios en nuestras vidas. Empezar un año supone como una nueva oportunidad y un inicio, aunque sea una continuidad en el transcurso de nuestra vida. Es, aún sin serlo, la ocasión para poder marcar nuevos propósitos que durante el año anterior se fueron aplazando por falta de motivación.
Así que hay que aprovechar el momento y ponernos en marcha. Algunos se plantean dejar de fumar, otros perder peso, apuntarse al gimnasio, a clases de algo… Lo que nos interese y nos despierte una chispa de ilusión es válido. Lo verdaderamente importante es proyectarnos, tomar conciencia de que en nuestro tiempo deben tener cabida esos intereses y hobbies.
Para esto es necesario pararse y observar en qué estamos empleando nuestro tiempo y plantearnos cómo podemos mejorar la utilización del mismo. Optimizar nuestra gestión priorizando desde lo más importante para nosotros. En esta escala de preferencias no podemos relegar nuestro cuidado, los momentos y espacios para estar bien y sentirnos bien.
Vivimos deprisa, sentimos deprisa y no saboreamos la esencia de la vida. Para conectarnos con la realidad debemos dejar a un lado lo virtual, apagarlo, desconectarlo y conectarnos con nosotros mismos y con los que nos rodean.
Quizá éste sería un acertado propósito de año nuevo, vivir despacio, sentir sin filtros, y hacer cada cosa en primera persona. Lo que pasa a nuestro alrededor mientras estamos observando una pantalla es mucho más importante porque ahí está nuestro verdadero tesoro, las personas que nos quieren y a quienes queremos y la actividad diaria en la que hay que incorporar la chispa que nos falte.
Susana García Muñoz.