Aovillada para que el frío pase de largo, cerrada la puerta de su casa que es un saco de dormir de usos varios y gastada soñolencia. Ha buscado refugio en medio de la tormenta de la vida, veinticuatro horas tras otras veinticuatro, esas que una persona lleva cuando está de ida y vuelta aunque no sea de todo.
“Some one told me long ago…”. Alguien me dijo una vez que hay calma antes de la tormenta. Puede ser pero ella ha pasado muchas, la más leves las de agua. Así que le preguntamos ¿alguna vez has visto la lluvia? Se sorprendió. Pensamos que nadie le había hecho esta pregunta antes. Y se volvió a mirarnos. Muy joven nos pareció. Más joven que sus espaldas tapadas por aquel trapo, más joven que los años que llevábamos intentando ayudar a aquellos dormidores de la calle, a esos hombres y mujeres que casi a hurtadillas se buscan un rincón para competir heroicamente con los cuatro grados de la madrugada. Hay fachadas desquiciadas y muy modernas que nos miran tan sorprendidas como ella. Ella, que se vuelve un verso rígido cuando capta que queremos ayudarle.
Parece ser que en su interior la letra de la canción “Have you ever seen the rain?” se vuelve verdad, se para en sí misma, se convierte en notas que en otro tiempo creo la banda Creedence Clear water Revival, una música extraordinaria y una letra con un fondo profundo, tanto, que ni los expertos supieron dar con su palpable significado. Sin embrago nuestra bella durmiente que no es princesa ni tiene hadas que la ayuden, ni un príncipe azul que la salve de su prisión, conocía la letra de esta canción. Nos respondió mirándonos con ojos inmensos, y sí, había conocido la dura lluvia.
Sin más dioses que el propio suelo, la dejamos allí, no quería ir a ninguna parte. Agradeció la bolsa que le dejamos. Hasta pronto, dijimos y subimos la cuesta triste e imaginada que era una antesala amplia al corazón de la ciudad.