jueves 21 noviembre 2024
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Nuestro Padre Jesús de la Caridad, una nueva obra del escultor antequerano Antonio García Herrero

Al margen de la práctica artística contemporánea, que parte de los movimientos de vanguardia desarrollados a lo largo del siglo XX, existe en la actualidad un importante grupo de escultores-imagineros, sobre todo en Andalucía y en menor medida en el Levante español, que siguen creando una obra que bebe y en parte reproduce fielmente modelos propios de los siglos XVII y XVIII.Igual que en aquellos siglos, se trata de unas esculturas realizadas en madera policromada y dedicadas al culto católico que cumplen idénticos fines a las obras creadas entonces. Como en su día escribió el profesor Antonio Bonet Correa en su obra “Andalucía Barroca” (1978): “Andalucía desde el siglo XVII hasta nuestros días es barroca, perpetuando el triunfo de la Contrarreforma y la supervivencia de la sociedad del Antiguo Régimen”. Han pasado casi cincuenta años y la afirmación de Bonet Correa podríamos decir que, en buena medida, aún sigue vigente, sobre todo si miramos al complejo mundo de la Semana Santa andaluza.

En Antequera, a pesar de contar con una importante tradición escultórica durante los siglos del Barroco, no volvieron a surgir nuevos imagineros desde mediados del siglo XIX hasta las primeras décadas del siglo pasado. De hecho,el antequerano Paco Palma García, activo en las tres primeras décadas del siglo XX, solo dejó una obra religiosa en nuestra ciudad: la escultura en bronce del Corazón de Jesús (1929), que preside y da nombre, sobre un basamento diseñado por el arquitecto Daniel Rubio, los Jardines existentes en el antiguo Cerro de la Horca. Su hijo, Paco Palma Burgos, nacido en Málaga y autor de numerosas imágenes de la Semana Santa andaluza (Málaga y Úbeda, fundamentalmente) dejó dos obras de carácter religioso en Antequera, cuales son la escultura en mármol del Corazón de María (1952), hoy decorando una rotonda ante la Estación de Autobuses, y el Cristo del Perdón (1940) del exconvento de Capuchinos, que vino a sustituir al destruido durante la guerra civil y que era obra de 1799 del escultor antequerano Miguel María de Carvajal Talavera.

En la transición de los siglos XX al XXI nos encontramos la importante figura del escultor Jesús Martínez Labrador, que no desarrolló la temática religiosa, y a José Manuel Patricio Toro, discípulo del anterior, que igualmente se ha movido en el ámbito de la escultura civil, como es el caso del monumento broncíneo al poeta manierista Pedro Espinosa (1998), que preside la plaza de Santa María ante la fachada de la Real Colegiata.

Entre las dos últimas décadas del siglo XX y los inicios del XXI encontramos dos artistas antequeranos que vuelven a la práctica de la imaginería en madera tallada y policromada, cuales son Pepe Romero Benítez y Antonio García Herrero. Entre las obras de Pepe Romero destacan el San Juan de la Cruz de la iglesia conventual de las Descalzas, la Santa Mujer Verónica del paso del Nazareno de la Cofradía del Socorro y el altorrelieve de Santa Eufemia de la iglesia parroquial de San Miguel, todas ellas en Antequera. En el caso de García Herrero sus esculturas de temática religiosa están realizadas tanto en piedra como en madera. Entre las primeras cabe señalar las esculturas de Santa Clara de la portada de la iglesia de igual nombre y la Santa Eufemia de la fachada de la iglesia exconventual de las monjas Mínimas de la Plazuela de Santiago; en madera policromada ha realizado la Divina Pastora de la parroquia del Salvador y la Virgen de la Encarnación, dolorosa venerada en la iglesia parroquial de San Miguel donde preside el camarín barroco, realizado en 1726, del escultor y retablista Antonio Ribera.

En la actualidad el joven artista antequerano Ángel Sarmiento, con taller y estudio en la calle Peñuelas de nuestra ciudad, está desarrollando un importante trabajo tanto de diseño artístico y pintura como de imaginería policromada. Hasta el momento su obra más impactante ha sido la escultura tallada en madera policromada al óleo de un Ecce-Homo para Villanueva de la Concepción, que ha recibido grandes elogios de la crítica especializada en imaginería contemporánea. Una obra en la que se funden la mejor tradición de los siglos de Oro en Andalucía con sutiles influencias del barroco italiano y centroeuropeo.

El Jesús de la Caridad de Antonio García Herrero

Se trata de la última obra de este escultor, que ha realizado a lo largo de los dos últimos años en su taller de la plaza Cristóbal Toral de nuestra ciudad, justo en la trasera del solar que ocupó la iglesia barroca de la Santa Caridad, demolida hace cincuenta años entre los meses de mayo y junio de 1974. La nueva escultura, que responde a la iconografía de Jesús con la cruz a cuestas, es de tamaño natural y está completamente anatomizada a pesar de tratarse de una imagen vestidera. Lógicamente tiene los brazos articulados, con el sistema de bolas en los hombros y los codos, al tiempo que las manos encajan mediante pernos lignarios. La imagen está realizada en madera de cedro la cabeza y las manos y de pino el resto de la pieza. La policromía de sus carnaciones, aplicada al óleo con la técnica de pulimento, está acabada con todo detalle incluso en las partes que quedan ocultas por la túnica de terciopelo. En las zonas del pelo, el paño de pureza y la plataforma simulando rocas la pintura al óleo está realizada directamente a pincel.

La nueva imagen se intitula Nuestro Padre Jesús de la Caridad en homenaje y recuerdo al lema (“Charitas”) de las monjas de la orden Mínima, que construyeron la iglesia de Santa Eufemia en el siglo XVIII y que será su lugar de culto público por voluntad expresa del artista, quien hace donación de su obra a la Hermandad de la Patrona de Antequera a través del correspondiente documento.

Desde el punto de vista formal, Nuestro Padre Jesús de la Caridad representa un Cristo robusto, de marcada zancada, pero aunando en su rostro energía y resignación en el pasaje de portar y abrazar la cruz. Al mismo tiempo doblega la espalda por el peso del madero, pese a su fortaleza y al esfuerzo patente en la tensión de sus manos y sus pies perfectamente tallados. Un detalle interesante es el modo como el talón del pie derecho queda levantado del suelo, siguiendo una casuística muy común en la imaginería procesional sevillana, sobre todo de los cristos portacruz.

Nos encontramos, por tanto, ante una imagen que está en la línea estética de los escultores del barroco sevillano del siglo XVII, cuyo paradigma es el maestro Pedro Roldán, nacido casualmente en Sevilla, pero de padres y hermanos, mayores y menores, antequeranos. En definitiva, una nueva obra de imaginería religiosa, realizada en los albores del siglo XXI por un artista nacido en Antequera, Antonio García Herrero, que viene a enriquecer el patrimonio escultórico de carácter castizo y popular en un templo de nuestra ciudad que es obra señera del arquitecto Cristóbal García.

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