“El señor Feijóo se va a llevar un disgusto”, “Yo no miento, yo cambio de opinión”, “Una cosa es la opinión y otras son los hechos” y “No pactamos con Bildu, coincidimos políticamente con ellos”. Son algunas de las perlas que nos están arrojando los medios y que salen, ni más ni menos, de la boca de nuestro presidente.
Con ese escenario nos acercamos a unas nuevas elecciones nacionales a las que muchos acudirán habiendo preguntado por el ChatGPT a quién votar, pero que lo harán bajo los efectos colaterales de lo que se está viviendo y promoviendo en todos los medios: Sánchez nunca miente, sabe rectificar a tiempo y los españoles se equivocaron en la jornada del 28 de mayo. Fue traicionado por aquellos que se benefician de las pensiones y que reciben ayudas, fue humillado por los que han comprobado que se ha avanzado en igualdad y derechos sociales. Hubo un calentón en los populares que olvidó las hazañas de Pedro Sánchez.
Las elecciones del día 23 de julio (las que provocó Sánchez por no haber sido votado, las que van a dejar imágenes de urnas con papeletas mojadas por el calor sofocante –en una mano el sobre y en la otra la botellita de agua-–, las que pueden convertirse en el entierro del hombre sin complejos), van a pasar a la Historia, pero, en esta ocasión, con mayúsculas. Ya se ha realizado el prólogo y la introducción. Vean El Hormiguero y El programa de Ana Rosa, ahí está el presidente, líder entre los líderes.
Los españoles están llamados a las urnas para ejercer libremente su voto, pero a ese ejercicio de democracia plena puede que se acuda contra todo pronóstico. Lo que se preveía en la jornada de la convocatoria, inolvidable lunes, 29 de mayo, donde Sánchez no dio pie a que le dijeran que tenía que convocar elecciones o marcharse y por el contrario parecía dar principio al inicio de la gran batalla con resultado favorable para el Partido Popular, a fecha de hoy, no parece estar tan claro.
Los mass media están pregonando a diestro y siniestro la ventaja de Vox y el PP sobre el partido socialista y, por el contrario, Pedro Sánchez, ese hombre de bolera, ha vuelto a coger el toro por los cuernos y se ha puesto en el ruedo no solo a torear, sino a decirle al público que lo está haciendo como él solo sabe hacerlo: perfecto; enfrentándose a vitorinos y a miuras y, mientras, en los corrales, ahí, donde se miran los toros, el Partido Popular y Vox están, antes de entrar en los chiqueros, tratando de llegar a acuerdos sin pararse a pensar que cuando salgan al ruedo el público puede abuchearlos en lugar de aplaudirles.
No lo olviden, ¡nada debe extrañar a los españoles! La tierra de la piel de toro es hoy el escenario producto de una historia, desde la Edad Media, que nos pone sobre el tapete un escenario de ocho siglos, más que de convivencias de acuerdos, más que de amistades de conveniencias antojadizas y más que de lealtades de puñaladas por la espalda. Y todo ello es lo que puede pasar este próximo 23 de julio. Por favor, ¡voten! Alea jacta est.
