jueves 21 noviembre 2024
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La generación del ascenso del Antequerano de aquel año 1981

El 21 de junio de 1981 es sin duda una de las fechas de oro del fútbol local. Fue el día de la eliminatoria de vuelta de ascenso a Segunda B. Venía el Telde que defendía el 1 a 0 de la ida. Había que remontar y se consiguió ¡en la prórroga!

Fue una gesta para recordar. Pero se hizo esperar. Pese a los goles iniciales de Juan Carlos y Quintana en apenas 5 minutos, quedaba mucho partido. Suso recortó con el 2 a 1. Juan Carlos consiguió el 3 a 1, pero Ginés mete el 3 a 2 que llevó a la prórroga. En ella, Narbona, de penalti, consiguió el 4 a 2 definitivo e histórico que llevó al primer ascenso a la división de bronce del fútbol antequerano.

Hoy, 42 años después, se volvieron a ver la gran mayoría de jugadores, el que fuera entrenador Martín Doblado y el presidente Diego Bros. Tras varios intentos, se pusieron de acuerdo y quedaron de una manera informal, quedando para la próxima, en un acto que se hará público y servirá como homenaje y reconocimiento a esa generación que abrió el camino de los éxitos del fútbol. Un ascenso que estuvo a punto de seguir subiendo de categoría, a Segunda A las dos siguientes campañas, un ascenso que le dio a la ciudad el actual campo de fútbol del Maulí.

La generación de 1981
El equipo que ascendió estaba presidido por Diego Bros que tenía a Pepe Toro de vicepresidente, quien le relevó en el primer año en Segunda B. Era entrenador José Martín Doblado. En la plantilla: Silva, Salguero, Escobosa, Simón, Pacheco, Rafa Paradas, Terrón, Santos, Narbona, Mata, Marín, Ballesteros, Juan Carlos, Quintana, Bravo, Rafa Pino, Ríos y Juanele.

De todos ellos, se reunieron el sábado 23: Mata, Santos, Pino, Narbona, Juan Carlos, Escobosa, Silva, Ballesteros, Bravo, Simón, Rafa Paradas, Rogelio, Salguero, Rafa, Marín y José Manuel. Se invitó al que fuera presidente Diego Bros y al que fuera entrenador, Martín Doblado. No pudieron acudir: Terrón, Quintana, Ríos y Juanele. Y se tuvo en falta a Pacheco, que nos dejó el pasado 2 de diciembre de 2020. No estuvieron todos los que fueron y tenían que haber estado, pero son los que se reunieron esta vez.

Estar en el patio del Hotel Finca Eslava y ver cómo llegaban los antiguos compañeros, fue indescriptible y emocionante. Algunos llevaban 40 años sin verse. Así, el portero Bravo se trasladó desde Villarrobledo, Silva y Escobosa de Melilla, Santos y Martín Doblado desde Almería, Ballesteros desde Granada, José Manuel de la Roda de Andalucia, Salguero de Fuente de Piedra y resto de la provincia de Málaga. Junto a ellos, los anfitriones: Juan Carlos, Narbona, Marín y Rafa Paradas.

El último en llegar fue Diego Bros, ovacionado por los presentes, acompañados por sus mujeres, las aficionadas incondicionales y sufridoras de los sinsabores del fútbol. Se le fueron acercando y el mítico presidente, emocionado, les cogía de las manos o levantaba sus brazos para mirarles fíjamente y reconocerlos tras recordar sus rostros, escucharles o evocar alguna frase. Sin palabras al reencontrarse con Martín Doblado.

Simón compartía tras el encuentro que fue como un partido donde el entrenador Martín Doblado “estuvo pletórico, sensacional, supo colocar las piezas en su sitio, se metió al presidente en el bolsillo y fue aclamado por la afición, nuestras señoras”.

Cada uno fue compartiendo sus vivencias, entre ellos los porteros Bravo y Rafi, donde el de Villarobledo recordó “aquella mano que metió en aquel partido de Telde”. Rogelio, Santos, Pino, Marín y Simón “echamos el cerrojo a una defensa” donde Pino, “el patriarca arropó a sus niños como si aún tuviéramos 20 años”. Mata recordaba al míster: “Mata al 8, mata al 8, que marques al 8”, entre la sonrisa de los compañeros.

José Manuel recordó los consejos de comer brócoli para estar en forma y adelgazar. Juan Carlos, Narbona y Silva engrasaron la maquinaria de recuerdos.
Salguero, Ballesteros, Rafa y Escobosa estuvieron como los relámpagos que fueron. “Desde el firmamento el grande de Pacheco nos iluminaba”.

Y tras el almuerzo, saludos a Pepe Toro en el Número Uno y cena en Mesón Casa Carlos, como lo hicieron en el Chaplin de Pepe Gómez en 1981, padre de Carlos. Así fue el encuentro íntimo, que se espera sea oficial y público próximamente.

En 1981 no sólo se consiguió un ascenso, se forjó una generación que dejó huella. Si no, 42 años después no podría reunir a tantos de ella. Es la magia y la pasión de lo que significó el Club Deportivo Antequerano.

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