Hace poco me regalaron “La enmarañada historia de Drácula” de David J. Skal. Una joya de libro para los amantes del cine, y sobretodo para los incondicionales de la obra inmortal de Bram Stocker, “Drácula”. El libro hace una elaborada exposición de la novela y su periplo desde finales del siglo XIX hasta la actualidad, por los escenarios, la gran pantalla y la televisión. Y cosa del destino o capricho de la “sincronicidad”, me hallo ante una propuesta de estreno cinematográfico en una plataforma de pago, con una película sobre el famoso “no muerto” de Stoker. En este caso, la producción cinematográfica se centra en un momento de la novela, el viaje que hace el navío Demeter hacia las costas de Inglaterra, llevando en su bodega a “Drácula”. La labor de Bragi F. Schut y Zak Olkewicz como guionistas es de respeto al tono de la novela de Stoker.
Es lo primero de agradecer en esta película de coproducción USA, UK y Alemania, con dirección de André Ovredal, con varios títulos de terror en su haber. Un respeto que últimamente se está perdiendo no solo con los grandes clásicos del cine, sino con los de la literatura universal. La película a pesar de tener el síndrome del “Titanic” (todo el mundo sabemos que al final el navío no llega a puerto), sabe levantar cada minuto de la historia por su suspense, interpretaciones y puesta en escena. Una puesta en escena clásica, sin recurrir a artificios cinematográficos que de seguro nos hubiesen sacado de esa atmósfera que cubre la novela “Drácula”. Sus efectos visuales y de efecto en el espectador son los justos. Tiene presencia visual y secuencias que invitan a verlas con la luz apagada (si es valiente).
Drácula surge de las bodegas del Demeter sin consideración alguna. Es el príncipe de las tinieblas. Es una alimaña del infierno que cubre de terror y sangre el manto de estrellas de las noches marítimas del Demeter. Drácula debe de sobrevivir en un viaje cuya meta es la ansiada abadía de Carfax en Londres, para desarrollar sus diabólicos planes. La película tiene guiños a algunas producciones clásicas de la historia visual de Drácula tanto en cine como televisión. Las secuencias del pequeño Toby nos retrae por ejemplo a míticas secuencias de la televisiva “El misterio de Salem´s Lot” (1979). En definitiva, una “agradable” propuesta de cine para estas noches veraniegas donde a veces no es fácil conciliar el sueño hasta entrada la medianoche. Eso sí, si por un casual deciden embarcarse en algún crucero en estas fechas, yo de ustedes me aseguraría de que en la bodega no hubiese ninguna cajita tamaño persona con origen desde los Cárpatos. Bon voyage!