María de los Ángeles Ojeda Siles se lleva el Efebo de Labor Ciudadana. Es un referente en el movimiento vecinal en nuestra ciudad, primero lo fue en La Quinta y ahora lo es el Vera Cruz.
¿Qué supone para usted que le concedan un Efebo de Antequera? “Para mí ha sido una sorpresa y una ilusión tremenda, porque sé que es un premio muy grande. Son personas que se han dedicado su vida o su trayectoria han sido importantes y se les hace un reconocimiento, lo cual es algo muy valioso”.
¿Cómo se enteró que le concedían el Efebo? “Pues fue hasta gracioso. Estaba en la peluquería, era el 14 de febrero. Y una compañera mía de fibromialgia, porque también soy socia de este colectivo, me empieza a mandar whatsApp y me dice: ‘¡enhorabuena, felicidades!’. Yo creí que era por el día del amor. Y cuando me enteré porqué empezaban a escribirme, no me lo creía”.
Una mujer muy relacionada con el movimiento vecinal. ¿Cómo está actualmente el movimiento vecinal? “Hubo una época muy buena en Antequera. Creo que hoy, la gente no llega a tener el alcance de lo que es un movimiento vecinal. Hay quienes se creen que es simplemente fiesta o excursiones. Pero el movimiento vecinal, es algo mucho más importante porque es un punto de encuentro entre vecinos de la zona donde no solamente tienen unas actividades, también avanzamos mucho en el tema barrio”.
¡Qué tiempos! “Sirve de puerta incluso de información ante problemas que pueda haber, de puente como cuando las Almenillas con Pepe Sánchez, que hacíamos mucho hincapié en eso, de puente con el Ayuntamiento y con organismos que puedan ayudar en ciertos problemas o en ciertas rehabilitaciones”.
¿A quién le dedica este reconocimiento? “Se lo dedico a mis hijos. Porque siempre, llevar una asociación, quita mucho tiempo de tu vida, de tu familia, porque tienes que emplear mucho tiempo altruistamente, sin cobrar, sin ganar, sin nada. Y ellos siempre me han apoyado, ellos siempre han visto que para mí era mi chispa, era que me gustaba y nunca me han puesto pegas, al revés. “Y otra persona muy importante para mí, mi padre que me enseñó lo que era el movimiento asociativo. Fue cuando vivíamos en Bilbao. Él ayudaba y siempre tenía ese momento para ir donde le necesitaban”.
