Volvió a jugar con sus mejores cartas: cara de corderito degollado, apenado por el dolor que le puede causar la llegada de la “ultraderecha” y con un chantaje emocional fuera de lo común pero que es lo que gusta y se ha puesto de moda, no con Sánchez, sino cuando Zapatero dijo que la tierra es del viento.
Lo mejor de Sánchez fue que comenzara expresando su dolor por el fallecimiento del padre de Yolanda Díaz y no solo por ese hecho, sino por que con esa mención recuperaba el recuerdo de un sindicalista que luchó por los derechos de los trabajadores. Heredero de los que laboraban de lunes a sábado y se reunían en domingo para mejorar las condiciones de trabajo y, por tanto, equidistante de muchos actuales sindicalistas deseosos del buen yantar en marisquerías y sostenedores del sanchismo pero poco amigos de doblar la cintura.
Posteriormente todo fue el uso de la una dialéctica grosera, sucia, pudorosa y con unos términos que se difunden alimentado una calle que no gusta de la política. De igual forma que mientras no se controle el acceso a la pornografía infantil, los abusos van a seguir in crescendo, hasta que no se ponga coto al uso de vocablos soeces, el Congreso va a ser un estercolero que va a seguir alimentando el lenguaje de la calle que, dicho sea de paso, es completamente de taberna de barrio. Actualmente hablar bien y con educación levanta ampollas.
¿Llegó a pensar alguien que Sánchez iba a dimitir? ¿Creyeron algunos que Sánchez cogería el toro por los cuernos iba a pedir perdón y se iba a marchar? Iluso si alguien lo hizo. Las intervenciones de PNV, ERC y JUNTS… no son más que una puesta en escena, una justificación de niño de Colegio para que no lo echen del equipo y pueda seguir jugando; en este caso cobrando bien, insultando y permitiendo un postureo que es lo que se lleva. Se pongan como se pongan los grandes periodistas y pseudoperiodistas, es lo que hay, postureo.
Lo he dicho una y mil veces: todo está pactado, todo está hablado y su presencia en el Congreso fue una puesta en escena de una pieza cuya trama final era silenciada pero conocida. ¡Por favor! ¡Cómo va a dinamitar Sánchez una legislatura en la que están viviendo amnistiados separatistas, voceros independentistas, pregoneros de los etarras y gestores de prostíbulos! ¡Imposible! Todo ello cabe pensarlo en un país que hubiese tenido ciudadanos con gran capacidad de expectación; pero actualmente no ocurre. Únicamente hay coro que canta y vocifera y aunque no se tenga ni idea hay que cantar. Pues eso, es lo que se le hizo al presidente nada más empezar: fue aplaudido a raudales. Ni Koldo, ni Ábalos, ni Cerdán fueron interpelados por sus compañeros de juerga, esos nombres ya suenan al siglo XIX.
Tras el paripé del sábado ante el comité federal y el vodevil del pleno del Congreso de este miércoles pasado, Sánchez sigue vivo y coleando. Ha salido agotado pero reforzado. Con julio y agosto de por medio, retiros a Doñana, a Quintos de Mora, sesiones de cosméticos para recuperar su languidez y con el as en la manga de, si se hace necesario, lanzar una nueva carta, Sánchez volverá a ser un capitán sin crédito pero aplaudido.
Considero que Feijóo ha perdido el inicio de una oportunidad de oro: se hace necesario otro discurso en el Congreso que clame por políticas de viviendas dignas para los jóvenes y no mini pisos mientras otros se lucran con los alquileres; políticas migratorias que acojan, formen y generen tejido productivo y, sobre todo, aunque sea poco populista, bajada de impuestos a toda la ciudadanía. Bajo el escudo social, en este país muchos no trabajan; la ayudita /paguita está instalada. Y así, hay Sánchez para rato. ¡Ni siquiera el reparto de mujeres entre socialistas de la élite los echaría del poder! Ya se ha visto; eso vale únicamente para los de la ultraderecha. ¡Así es la vida!
Y mientras tanto, mientras llega la recuperación de Sánchez, que llegará, tal vez tengamos que ver la vuelta de Puigdemont siendo aclamado por todo el gobierno con un coro de socialistas que le darán palmaditas en la espalda. Por el bien de España, espero, mientras no se demuestra lo contrario que haya muchos Emiliano García-Page aunque se mantengan medio en silencio.
