La sonnambula es una Ópera semiseria en dos actos (1831) con Música de Vincenzo Bellini (1801-1835). Una producción de Ras de Terra, que pudimos disfrutar en Antequera, el pasado 18 de julio, de la cual solo les contaré una frase del propio Vincenzo Bellini: “La música debe revelar todas las emociones humanas, sin excluir ninguna”.
Suelen argumentar, los autores de las músicas latinas, de los ritmos calientes, como las propias aguas del Mar Caribe, nos dicen sus creadores, que las letras, son de una importancia menor, lo más elemental para quienes las escuchan y en especial para quienes bailan los compases son, sus estructuras musicales, la cadencia y la armonía de todos los instrumentos empleados. Y obsérvese que, por ejemplo, la diferencia entre la ópera y el teatro en sí, radica en que los diálogos en la opera son cantados, formando parte del compendio musical que sustancia la ópera. Y desde luego no lo duden, todo ello es: ¡Cultura!
La erudición de las personas, podrá ser tan amplia, como anchos sean los caminos por los que nos lleguen, razonamientos y contrasentidos de nuestras propias formas y maneras de entender la cultura. Veamos, nos habla Bellini, de las emociones… en el hilo conductor de la sonnambula, los celos, forman parte y dan vida al guión, formando parte del desarrollo del mismo, en sus cantados diálogos. Mientras se va desarrollando el primer acto, desvío un momento mi mirada al cielo del Coso Antequerano donde se desenvuelve la escena, una fugaz estrella (es tiempo de perseidas) cae perdiéndose detrás de los graderíos, convertidos en escenario donde Elvino, llora y se adolece de los celos que le rompen el alma. Ahhh… “Los follones del matrimonio” oigo comentar a una persona por la fila de atrás. Amina llora desconsolada por la ingratitud de Elvino, ella le jura que ni de pensamiento, ni de palabra es ella culpable…
Los celos están considerados, una emoción compleja. Y han sido publicitados y se nos ha hablado de ellos, en la ópera, teatro, letras de canciones de todo tipo y estilo…siempre mitificándolos y dejándonos una impronta tal, como si fuesen, una prueba más de amor. Si no sientes celos, incluso del viento que acaricia el cabello de la persona amada… es que tu amor, no es, lo apropiado y conforme a demostración de ese gran amor que procesamos a nuestra pareja. No. Eso no debería ser así.
El amor tiene que ser sinónimo y garante de libertad. Esta podría ser una bonita lectura final, del gran espectáculo cultural que se representó en la Plaza de Toros de Antequera.
También en estos días de canícula, en el fresco patio del Museo de Antequera, igualmente, pudimos disfrutar de otro, más humilde espectáculo cultural, pero no menos sustancioso, en el alimento pedagógico que nos dejaba. La Asociación Cultural Antequera Teatro, ponía en escena, “Lysístrata” una comedia de Aristófanes, autor de la Grecia Clásica. Obra que se estrenaba por primera vez en el 411 a.C. convirtiéndose desde entonces en un gran símbolo reivindicativo en la lucha por la eliminación de las guerras, entre los seres humanos.
Dado el esfuerzo y constancia, trabajo desinteresado de todos los componentes del Cartel, dejo constancia de sus nombres a modo de agradecimiento por su trabajo y puesta en escena: Carmen Partida, Teresa Barroso, Carmen Ramos, Mónica Megías, Laura Morente, Manuela Aguilar, Olga Montemayor, Fernando Pérez, José Fco. García (Guty), Jesús Tenllado, Guillermo Ramos, Pablo Ramos. Dirección: Marina Pérez. Ayudantes de atrezzo: Siranush, Ana Muñoz, Maquillaje y caracterización: Irene Ruiz.
Que cunda su modelo en la idea de ocupar el tiempo de ocio para adquirir y trasmitir cultura, difundiéndola con su tesón y el ejemplo.