viernes 15 agosto 2025
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De Paz a Socorro: Emoción al compartir lo que una generación llega a sentir por la devoción de una familia

La familia. Tan sencilla y tan perseguida, pero al final es lo que siempre nos queda. Fue el sentimiento que se vivió en el inicio de la festividad de la Virgen del Socorro en Antequera. 

La joven María de la Paz Guatura Ruiz rezó a su Virgen y lo hizo con el bello nombre de «María de la Paz» y teniendo en cuenta lo que sus abuelos, sus tíos, su madre y sus amigos comparten con ella: pasión por la Socorrilla.

La iglesia de Santa María de Jesús acoge la festividad de la Virgen del Socorro en Antequera con cultos entre el jueves 14 y el viernes 15, según nos comunicaba su hermano mayor José Ignacio Sancho.

Para empezar, rezo a las 12 de la noche del jueves 14 ante su Virgen del Socorro. El viernes 15, el templo está abierto de 9 a 14 y de 17,30 a 22 horas. La misa es a las 20,30 horas.

Pero vamos a lo que íbamos. La nieta de aquel campanillero de lujo que abrió una vida como «socorrón», Gonzalo Ruiz; la nieta de aquella mujer, María de la Paz de la Linde, que supo con su marido estar unidos en familia y en devoción al Santísimo, aunque uno lo viera desde «arriba» y otro desde «abajo», pero de ahí la fortaleza. La hija de una joven que empezó desde abajo y llega hasta arriba, manteniendo el fervor de casa, Mari Paz Ruiz de la Linde. Ella, María de la Paz Guatura Ruiz, abría la festividad.

Y lo hizo con agradecimiento, con homenaje, con emoción y con la certeza que mantiene lo heredado por la familia, pero con su toque personal. La labor de la familia ha llegado a una nueva generación. Y eso debe ser lo extraordinario, lo seguido por los jóvenes.

Y llegada la hora, la joven pregonera que se pone delante del micrófono y empieza con: «¿Sabéis esa sensación de querer a alguien tanto, desde que tienes uso de razón?
Saber que esa persona te quiere, te cuida y está ahí desde el primer momento de luz.
O incluso antes… Estoy segura que desde antes. El arbolito desde chiquito. No me cansaré de decirlo nunca».

Y sabiendo que se refería al amor hacia la Socorrilla, Mari Paz lo tiene claro: «Os hablo del amor de Jesús. Un amor inexplicable, incondicional, y fuerte, que junto al de su madre, me acompaña en cada día de mi vida». Transmitió más que una procesión extraordinaria. Quizá nos falta más creer y sentir el poder de la oración.

Compartió lo que significa para ella su Virgen: «¿Qué sería de mí si al levantarme cada mañana no te viese en ningún rincón de mi habitación? ¿Qué sería de mí si mis ojos no te hubieran visto? ¿Qué sería de mí sin ti?».

Primeras lágrimas en los bancos de Jesús. «Que María Santísima del Socorro esté tan presente en mi vida y sea el centro de ella, se lo debo a mi abuelo, abuelito, un padre, gran referente y mayor ejemplo de vida. La persona que más quiero. Porque no habrá nadie que la mire y la quiera como él. Además de mi madre, educándonos en la Fe y mis tíos, que desde muy pequeños junto a él, nacieron en su amor. Sin olvidar a mi abuela, siempre acompañando en silencio, y con su bonita devoción, Nuestra Señora de la Paz, también madre nuestra».

Tan sencillo, tan directo tan cristiano: el amor a la familia, ya se dejen seducir por la Paz o por el Socorro. ¡Bravo Mari Paz! ¡Lo que puedes evangelizar con el resto de jóvenes! Y qué lección de describir la vida de tus dos madres.

Tras referencias a la Madre y el Hijo, se centró en su Virgen. «¡Que bonita eres Reina del Portichuelo! Reina del Portichuelo, de Antequera y de mi corazón, porque no hay herencia de amor más bonita que la que abuelo brindó, y a la que si Dios quiere a mis hijos tendré la oportunidad. Ella, firme, con la mirada fija, al frente derrochando grandeza allá por dónde va, por donde pasa, por donde para. Recorre las calles de Antequera, la ciudad más bonita del mundo. Y llega a San Agustín donde sin bravura y sin igual, los regulares a su reina esperarán. Comienza el milagro, el milagro que cada año sucedió y sucederá, porque quien diga lo contrario en Dios no cree ni creerá».

Y concluyó compartiendo la devoción que tiene que levantó tribunas por doquier. «Mi madre, mi Socorrilla, mi amiga, mi compañera, la que más quiero, y la que más me quiere a mí. Ay, Socorrilla, que digo yo más de ti, si es que no hay más palabras para describir lo que se siente, y lo que siento por ti. Mi Virgen del Socorro inunda desde el Portichuelo a toda Antequera. Allí está en la Cruz Blanca, en la Plaza de Santiago. Y en la puerta de su casa, de su Iglesia, aquí en Jesús. El reclamo de un pueblo que la encuentra, que la quiere, que le piden, que le rezan».

Terminó emocionando, agradeciendo antes la presentación por parte de Antonio Cabello, fundiéndose en un abrazo de madre e hija ante la admiración del párroco Tomás Pérez y su abuelo, y sabiendo que en esa noche, la Virgen sonreía porque una nueva generación toma ya su camino, tras la raíces de su familia, ya sean de Socorro o de Paz, pero siempre de amor a Jesús.. Habrá que seguir su progresión en el mundo cofrade y de la fe… ¿hará la nieta el pregón que tuvo que haber hecho el abuelo?

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