Las palabras van y vienen de nuestro vocabulario a diario sin percatarnos muchas veces de que, según aquel que las escuche o lea, las interpreta tras pasar por el velo de su razón, conocimiento y da su interpretación final.
Buscar la palabra adecuada, para nosotros que escribimos a diario, es una actividad compleja en la que, como seres humanos, no estamos exentos de equivocación alguna. Una larga tarea tenemos siempre sobre nuestras espaldas, pensando en cómo escribir o describir las noticias, para que el lector las entienda a la perfección y no caiga el error de interpretaciones equívocas.
En el día a día, se cuelan entre noticias, titulares, entrevistas ya sean en radio o televisión, y también con las redes sociales de por medio, numerosas personas que explican, opinan, hablar, narran, conversan sobre la guerra en Gaza. Entre todas ellas, la palabra genocidio se emplea con bastante asiduidad. Unos lo hacen siempre que hablan de este conflicto; otros, la evitan a toda costa.
La Real Academia Española de la Lengua recoge la acepción de genocidio como “exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad”. Por lo tanto, no estamos lejos de que se equivoquen aquellos que la emplean en decir lo que es, la eliminación de todo un grupo humano, en este caso, los gazatíes.
Los que la evitan, hablan de guerra, matanza, masacre, cuando son sinónimos de la primera. Se quiere evitar dañar sensibilidades del pasado, como si se pudieran olvidar gestos pasados que quedaron para siempre marcando toda nuestra civilización.
El uso de las palabras para estar a un lado u otro de la balanza, para no caer en quien pueda pensar de uno algo erróneo y lleve al equívoco, en este caso importa poco.
Da igual el nombre que queramos ponerle, hay una guerra sin nombre, sin cuartel, sin parar para acabar con toda una población. Se les está obligando a abandonar sus hogares, a morir de hambre y se están matando, destruyendo familias enteras. ¿Acaso importa el nombre que le demos? No entendemos que se tenga que tener ese cuidado con las palabras, cuando a diario nos calzamos verdaderas burradas dialécticas de todos lados y nos quedamos tan tranquilos en nuestro sofá.
No podemos caer en el error ideológico con el que se quiere blindar hoy día todo, porque ¿acaso piensan que a esas familias destruidas les importa el nombre que le demos a lo que están viviendo? ¿Creen que les importa lo que dicen unos y otros políticos de Gaza? Quieren sobrevivir, llegar al día siguiente teniendo a sus hijos y familias al lado, todo lo demás, no significa nada.
En una guerra sólo hay un nombre, una palabra y es dolor. El sufrimiento de aquel que está en el centro de los disparos que llegan de uno y otro lado. Seguimos sin entender cómo los seres humanos caemos a lo largo de la historia una y otra vez en los mismos errores, en las mismas matanzas, en ese querer ser más unos que otros. ¡Qué equivocados estamos!