El Señor de la Salud y de las Aguas recibió el cariño de los devotos anónimos de las inhabituales calles y de su barrio, que fue una explosión de júbilo al poder tenerlo más cerca aún de lo que lo tiene todo el año. Tras la colorida y extraordinaria procesión de la mañana hasta el Cementerio, tocaba regresar a su barrio. A las 16,30 horas, partía con un cortejo formado por una amplia representación de las cofradías de Gloria y Pasión y jóvenes cofrades portando faroles o ciriales. El Ayuntamiento abría el paso previo al trono de dosel del Señor. Cerraba la Banda de Otura.
En calle Córdoba, ofrenda y oración ante el Comedor Casa de Asís. Siguió subiendo y se encontró con devotos que llevaban años sin poder verle por problemas de salud. Sacaron fuerzas de donde ya nos las tienen y se emocionaron al sentir al Señor. Al llegar a Santiago, «encuentro» con la directiva de la Cofradía de la Salud con oración por su párroco Francisco de Paula Aurioles. Entrada en la Carrera de Madre Carmen, paso entrañable por Cristo de los Avisos y Fernández Viagas.
Saludo a la Cofradía de los Estudiantes, Plaza de San Francisco, Duranes, Lucena y llegada a San Agustín donde le aguardaban los de la Pollinica. Siguieron por San Sebastián, donde le aguardaba la Cofradía del Mayor Dolor. Subió las cuestas, donde le esperaban los del Rosario y Paz. Al llegar al Portichuelo, entrada histórica dentro de Santa María de Jesús, con «encuentro» entre el Hijo y la Madre, el Señor de la Salud y de las Aguas y la Virgen del Socorro. Emoción de los devotos y Otura que le dedica sus marchas a la Socorrilla.
Y tras bajar por la Cuesta Real, el Señor que no tiene prisa y había prometido visitar a su barrio, lleno de pancartas, colgaduras y oración sincera de los vecinos, antes de regresar a su templo a las 21,25 horas, doce horas después de su salida.
Terminaba un día histórico para el Patrón en el 350 aniversario de su Real Hermandad. Un día que dejó imágenes inéditas, soñadas, recuperación de un dosel del siglo XIX, en el que vecinos que no están acostumbrados a ver una procesión, la vieron. No tuvo el respaldo de devotos tras Él que suele tener en mayo, pero tuvo el cariño de las amplias calles de su itinerario.
Otra procesión que cuestiona el modelo actual de procesiones por las calles del centro y pensar si sabemos las diferencias entre lo extraordinario y lo ordinario. Lo vivido este sábado, llegó a los corazones de las devociones más íntimas. Fue como tras una vida en la tierra, morir en el Cementerio y regresar a la vida cuando el Señor volvió de nuevo a San Juan. Es la base de la fe cristiana: la vida está más allá de la muerte.
































