martes 18 noviembre 2025
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Abuelos torcaleros: El Torcal como aula de vida y encuentro

Hace unos días, el Paraje Natural de El Torcal volvió a ser escenario de algo más que una visita o una simple excursión. Bajo el nombre de “Abuelos Torcaleros”, celebramos una experiencia distinta, nacida del deseo de unir generaciones en torno al respeto por la naturaleza y los valores tanto patrimoniales como medioambientales de este singular entorno.

La iniciativa, que promovíamos desde la Asociación Torcaleros —junto a Lidia Cabello, responsable de la Unidad de Arqueometría de la Universidad de Málaga, y María Cuesta, guía del Centro de Visitantes de El Torcal—, partía desde la idea de ser algo más que una caminata. Queríamos que esta primera edición fuera una jornada de encuentro, aprendizaje y transmisión de valores entre abuelos y nietos, e incluso entre los propios chavales. Porque no hay nada comparable al sentimiento de ver cómo los más jóvenes aprenden a mirar la vida con la conciencia de que no hay futuro posible si se desprecia lo que la naturaleza nos regala.

La ruta combinó tramos de los senderos verde y amarillo, con parada en la roca conocida como El Abuelo, un símbolo natural cargado de significado y que quizá pronto arroje nueva información sobre aspectos etnológicos del paraje. Allí, entre piedras que han resistido millones de años de historia geológica, compartimos historias, saberes y curiosidades sobre la biodiversidad torcalera.

Cuando, como en mi caso, ves a tu propio nieto deambular y trepar por las rocas, la emoción aflora y el Torcal parece más vivo que nunca. Por eso invito al lector a sumarse en futuras ediciones de estas singulares rutas. Son los niños, con su curiosidad insaciable, su manera de observar las formas caprichosas de las piedras o de preguntar por los nombres de las aves, quienes nos recuerdan que educar no consiste tanto en enseñar como en despertar sensibilidades. Ese fue el verdadero propósito de “Abuelos Torcaleros”: hacer que comprendan que el medio ambiente no es una asignatura, sino una forma de estar en el mundo. No todo son pantallas, redes sociales o sillones de videoconsolas.

Pero esta actividad también perseguía otro objetivo: romper con los prejuicios del edadismo, esa idea equivocada que asocia la vejez con pasividad o desconexión. Las personas mayores no solo tenemos pasado; tenemos voz, experiencia y una enorme capacidad de influencia en la educación ambiental. Hemos visto cómo la naturaleza se degradaba y cómo la prisa devoraba la contemplación. Por eso deseamos que nuestros hijos y nietos aprendan a cuidar lo que aún nos queda.

La excursión fue tan motivadora que ya pensamos en nuevas ediciones. Desde la Asociación Torcaleros proyectamos que en próximas convocatorias participen también los padres, para que tres generaciones aprendan juntas a valorar un espacio que es patrimonio común y orgullo de Antequera.

El Torcal, con su silencio antiguo y la belleza de sus formas pétreas, nos enseña cada día que nada permanece si no se protege. Quizá esa sea la enseñanza más profunda de “Abuelos Torcaleros”: que el futuro del planeta no se escribe en grandes cumbres ni en discursos solemnes, sino en pequeños gestos compartidos entre quienes han vivido mucho y quienes apenas comienzan a mirar el mundo con asombro. Mientras tanto, las piedras siguen ahí, testigos inmóviles de nuestro paso fugaz. Y entre ellas, un grupo de abuelos y nietos dejamos una huella distinta: la de una generación que no se rinde y que todavía tiene mucho que enseñar.

Más información edición digital www.elsoldeantequera.com y de papel.
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