No hay lugar a dudas, la calidad de vida y la riqueza de un país, está directamente vinculada, a la calidad y estado de las carreteras y vías urbanas de comunicación. Hoy como hace muchos siglos, el transporte, el movimiento de personas, el turismo… es algo más moderno mirado desde el punto de vista de la riqueza en general, un país que opte a mejorar sus intereses comerciales y la economía, tendrá que observar con especial atención, el mantenimiento y las inversiones en la creación, ampliación y conservación de sus vías públicas.
Uno de los primeros acuerdos políticos entre rivales, que no amigos, y que los historiadores posteriormente denominaron, Primer Triunvirato, se dio entre los años 60 al 53 a.C. Marco Licinio Craso, Cayo Julio César y Cneo Pompeyo Magno, lo configuraron. Era por el año 66 a.C. en que Cayo Julio César, siendo “curator de la vía Apia” insistía a su socio Craso, (era el más adinerado de los tres), en que le hiciese un nuevo préstamo para arreglar la Vía Apia, para así poder dar un salto más arriba en su carrera política, sobre el papel, en aquellos momentos era el que menos poder tenía de los tres. Su visión de futuro estaba puesta en que, estando Roma acostumbrada a políticos que usaban los presupuestos para obras, en sus propios beneficios, si él conseguía renovar mejorar, vías, puentes y accesos que los ciudadanos a diario sufrían por el mal estado en que se encontraban. Si él terminaba, arreglaba y mejoraba las comunicaciones beneficiando con ello a toda la población, sorprendería a todos los votantes acostumbrados como estaban en Roma, a políticos corruptos, que uno de ellos, se endeudara y pusiera su dinero para terminar en el menor y mas breve espacio de tiempo las importantes vías de comunicación en beneficio de todos, era algo inaudito. Craso concedió un nuevo préstamo. al joven Cayo Julio César, este… siguió creciendo y acumulando poder.
La imagen que hoy les dejo, nos da idea de cómo eran, esas principales vías. Es, la calle principal de la sepultada Pompeya. Cierto es que, las cenizas volcánicas que la ocultaron durante siglos, han favorecido su conservación, pero caminando por sus graníticas lozas, viendo las marcas que las ruedas de los carros dejaban, en su continuo trasiego de mercancías, conociendo un poco la configuración de los firmes modernos de carreteras, les puedo asegurar que son unas calzadas para durar muchos siglos más.
Esta principal arteria pompeyana nos cuenta aún muchos detalles acerca de como se pudieron vivir aquellos años y con que motivo los ingenieros romanos diseñaban las carreteras en aquel tiempo en que, Cayo Julio César acrecentaba su poder político a base de invertir en las vías públicas. En hacerlas más seguras y útiles para el servicio ciudadano. Las tres piedras que posibilitan el cruce de personas, de una a otra acera, son un vestigio de lo que fueron los primeros pasos de cebra…, tanta circulación existía en aquella época, les explico; no eran pasos de cebra como lo que hoy conocemos, eran pasos de personas andando, sí. Pompeya era una ciudad muy comercial, con muchos negocios, esto, casi todos lo conocemos hoy ya, y en los comercios, en las casas de los señores adinerados que a diario recibían a otras personas para cerrar acuerdos políticos y negocios financieros, no eran bien aceptadas aquellas personas que llevasen el calzado muy sucio, hoy tampoco es agradable entrar a un comercio después de haber pisado un excremento de animal de compañía… Para ello se construían las calles con dos alturas abajo rodaban los carros tirados por los animales de arrastre y con el agua de las numerosas fuentes, con las lluvias, se limpiaban todos las heces de animales y demás porquería, toda la calzada tiene una inclinación adecuada para la evacuación de éstas aguas de limpieza. Mientras que los ciudadanos caminaban por las aceras en alto y cruzaban por las piedras, sin ensuciarse el calzado evitando males mayores al visitar, al señor con el que se tuviera cita para el negocio de turno. Cualquier parecido con la vida actual, perdonen, será pura coincidencia.





