martes 23 diciembre 2025
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Juan Toro, el Papá Noel que reparte ilusión cada Navidad con sus cupones

Detrás del personaje de Papá Noel que hay estas semanas en la esquina entre la sede central de Unicaja y calle Comedias está Juan Toro Cuenca, un antequerano de 1967 que presume de hija y tres nietas que tras trabajar en la construcción es vendedor de cupones de la ONCE. Toca la campana, reparte caramelos y comparte su sonrisa con toda persona que pase cerca suya, le compre o no un cupón.

Empezamos preguntándole por el tiempo que permanece en ese lugar. “De lunes a viernes por las mañanas”. Nació en el Barrio de Santiago y estudió en el Colegio León Mota. “Llevo seis años en la ONCE tras ser albañil, pero tuve un accidente y no pude seguir ejerciendo”. Fue cuando preguntó y encontró nuevo trabajo. “Como no puedo estar quieto, necesito estar trabajando y me surgió que podía entrar, hice el cursillo, aprobé y aquí estoy para servirles”.

Mientras hacemos la entrevista, tenemos que parar varias veces porque no para de saludar y vender cupones. Lo de vestirse de Papá Noel… “Siempre me ha gustado mucho la Navidad. En mi casa siempre se ha celebrado y se me ocurrió, pedí permiso, me dijeron que podía siempre y cuando fuera con respeto y desde hace cinco años así lo hago”.
¿Y en casa, cómo prepara la Navidad? “Tengo el arbolito de Navidad, el primero que está puesto es el mío. En el balcón tengo otro portal de Belén, las luces por todos lados”. La Navidad para usted, ¿qué significa? “Es el momento donde nos podemos reunir toda la familia. Como tengo dos familias, digamos, una por parte de mis hermanos y otra por parte de mi mujer, pues hago una cena con una familia y otra cena con la otra parte”.
¿Cómo ve la Navidad hoy? “La Navidad no es como cuando yo era niño. Tengo villancicos, pero ya no se cantan villancicos en las casas”. ¿Cuál era su villancico preferido? “Uno que cantaba mi padre”. Que decía. “En medio de la luna, maraví, maraví, maravá. Ay, ay, ay, cayó la luna, ay, cayó la luna. Se hizo cuatro cascos, maraví, maraví, maravá. Y así sigue…”.

Siempre le vemos con la sonrisa. Cuando la gente se acerca, ¿cómo la ve?, ¿qué buscan? “La gente necesita un empujoncito, quiere ser feliz, pero le cuesta”. ¿Y un empujoncito para qué? “Para sonreír. Le falta la sonrisa, pero hay que darles empujoncitos”. ¿Y por qué estamos tan tensos? “Miramos la tele, políticos corruptos mogollón del partido que sea… un político honrado es más difícil que encontrar un trébol de cuatro hojas”.

Escuchar las ilusiones de
la gente que pasa por él
Atiende a la gente como nadie hoy, atento, servicial, sin tener que pulsar un botón como en un banco, en Hacienda, en Correos… “Antes llegabas a un banco con un problema, sea cual fuera tu banco, hablabas de tú a tú y era otra cosa, ahora lo que tú estás diciendo”. Ya no somos personas, somos números. ¿Por qué la gente viene a buscar un cupón? ¿Qué es lo que necesita? ¿Pagar deudas, un sueño, un viaje? ¿Qué es lo que quiere? “La gente necesita ilusión. La ONCE, además del anuncio antiguo de es la ilusión de todos los días, la gente busca ilusión, tener una ilusión. Hay gente que está aburrida, le saludas cuatro veces y no te saludan, a la quinta vez te devuelven el saludo, y a la de veinte veces por hablar contigo, te compran un cupón y ya entablas amistad”.

¿Y qué le cuenta a la gente? “Yo no puedo hablar de lo que la gente le cuenta”. No nos diga qué persona en concreto, pero normalmente ¿qué necesitan, qué comparten? “Te cuentan problemas de su casa, de que si su hija ha dejado el marido, se ha ido con otro. Y tú dices, bueno…”.

Una nueva parada en la entrevista y continuamos. Estamos seguros, porque creemos en la Navidad y sabemos que en alguna parte del mundo Papá Noel, aquí el Niño Jesús y los Reyes Magos irán en busca suya para pedirles consejo. ¿Qué le dice usted a ellos para intentar dar más ilusión? “Mira, hay un azucarillo en los bares que pone: ‘Si no está en tus manos, evitarlo que no esté en tu cabeza. No te preocupes por algo que tú no puedas solucionar”.

Por cierto, ¿ha dado muchos premios? “Yo he dado el gordo una vez y es la experiencia más bonita que tú te puedes imaginar”. Fue… “Hace tres años”. ¿De cuánto fue? “El gordo normal de un día: 35.000 euros”. ¿Y llegó a saber a qué persona se lo dio?. “Sí y me querían emborrachar. Yo dije, ¡pero si yo no he bebido en mi vida!”.

¿Qué le pido usted a la ilusión de esta Navidad? ¿Cuál sería su deseo? “Lo que yo le pediría para el año que viene, si es para mi familia, que mi hija se pueda quitar la hipoteca. Y si es para Antequera, que deje de haber tanta mala leche en la calle. Hay mucha mala uva. Hay gente que hace daño por hacer daño, no lo comprendo. Prefiero no pensar en eso, yo soy una persona contenta”. Nada más que añadir. Su sinceridad nos dice lo que se siente hoy por la calle. ¡Gracias, Papá Noël!

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