A veces las obras de arte, amén de expresar las inquietudes de sus creadores, abrirnos la mente hacia conceptos, o simplemente hacernos entrar en una especie de trance, donde lo divino y humano de nuestra condición se nos revela en un viaje mágico de sensaciones. A veces, éstas, toman un cierto carácter profético. Por ejemplo, un repaso a algunas obras pictóricas… o sin ir más lejos, a la Literatura del genial Julio Verne, nos confirma lo comentado anteriormente. «Los Sustitutos», una película cuya producción podríamos clasificar de serie B, es una de las más inquietantes historias que he podido revisionar últimamente en DVD. A la memoria me vienen películas, como «Los ladrones de cuerpos», «La humanidad en peligro», «El hombre Omega», o incluso la reciente «Wall-e» de Pixar… que nos advierten de un futuro inquietante. En «Los Sustitutos», el hombre ha conseguido aislarse social y profesionalmente del mundo exterior. Desde su cama o sillón, controla sus dobles robotizados, más guapos, más altos, más jóvenes… creando una sociedad de entes artificiales.
El análisis de la situación me pone los pelos de punta, si reflexiono y vemos que a pesar de esos avances tecnológicos que surgen en la película, en la sociedad actual existe ese distanciamiento, esa frialdad social, que a veces uno padece en el simple hecho de pasear por la calle si un saludo de «buenos días», o mantenerse en la cola de algún lugar sin un cruce de miradas cómplice o una sonrisa. Hace décadas Georges Romero con su película «La noche de los muertos vivientes» comenzaba a denunciarnos esta actitud de deshumanización. Está claro y demostrado que no nos hace falta nos pongan en pantalla a un hombre lobo, un espíritu vengador, un psicópata… cualquier excusa, para hacernos estremecer en la butaca. Quizá, el comienzo de la película o su continuación la tenemos en la vida real.