Creer que la situación por la que atravesamos pueda estar más chunga. En estos momentos el nombre de España se salva fuera de nuestras fronteras por los deportistas. Sí que somos motivo de envidia, nuestros jovencísimos, Pedrosa y Nadal acaban de conquistar los corazones de todo el mundo. Y en ambos se da una circunstancia clave para su éxito, esfuerzo y constancia, amén del talento natural. Quizá si el aspirante a político tuviera una preparación desde pequeño, salvando metas, formándose de manera integral sin perder sus ideales, pensando en el servicio tan enorme y necesario que puede prestar a los demás, muchos se quedarían en el camino percibiendo que eso no iba con ellos, que la palabra sacrificio se les queda demasiado grande y que fuera de su entorno más cercano, familia y amistades, no manifiestan ningún interés en contribuir al bien común. Pero llegarían con altura los buenos, fuertes y luchadores para trabajar con ahínco, así se evitaría que por accidente alguien se colara en querer manejar los destinos de un país cuando apenas está preparado para manejar el suyo.
Y ahí estamos, sin saber a ciencia cierta lo que se espera de los ciudadanos, tijeretazo aparte, impuestos en escalada y unos medios silencios a corto y medio plazo que nos ponen a temblar. Por si las moscas, el asunto se complica más de la cuenta. Zapatero se ha ido al Vaticano a ver si el Papa le revela el cuarto secreto de Fátima, porque los anteriores no le han servido para nada. Veremos si tiene suerte y nos trae alguna solución bajo el brazo; me conformo con que nos diga toda la verdad de lo que hay, aún a riesgo de asustarnos mucho más.