La crisis de los años 60, la resolvió un gobierno de tecnócratas que congeló sueldos y precios durante dos años. Y dio resultado. Ahora no; ahora, se bajan sueldos, se congelan pensiones y suben precios como los de algo tan imprescindible como la luz y el teléfono –que reportan millones a los propietarios de las respectivas Sociedades–, y tenemos encima una subida del IVA que afectará a todos los artículos, con lo que, por fuerza, las cosas van a ir a peor, pues se va a ganar menos y se va a pagar más. Ya veremos las reacciones en la economía, aunque nos las imaginamos. Pero si los sabios de nuestra Economía dicen que ésa es la solución, habrá que abrirle más boquetes al cinturón para apretarnos las correas…
En éstas, el pasado día 9, los informativos daban cuenta de que «Tres ministros usaron tres Falcon el mismo día para ir a Bruselas», justo un día después del Informe del Tribunal de Cuentas que pedía la «regulación del uso de aviones oficiales». Y decían los colegas que «parece que el Gobierno se sube a los aviones Falcon como el que se sube a un taxi». Cualquier ciudadano pensó que podían haberse puesto de acuerdo los tres ministros para viajar juntos, visto lo que cuesta un vuelo de los citados aviones militares… Pero es que hay más; el mismo Tribunal nos daba cuenta de que en las elecciones europeas de 2009 los partidos se gastaron 36,8 millones de euros, un 23 por ciento más que en los anteriores comicios (y ya estábamos en plena crisis), y de que en los Presupuestos Generales del Estado de este año figuran 220 millones de euros para los partidos, 8 para las fundaciones a ellos vinculadas y más de 300 en subvenciones a sindicatos y patronales. Es decir, un dineral, que sale… de donde sale, con el dato de que la financiación de los partidos en 1978, era equivalente a 10 millones de euros y hemos pasado a los más de 200 citados, que rodarán por los suelos en la forma de multitud de carteles encargados a las empresas afines o de anuncios en los medios que les caigan más simpáticos –vamos, que sean más afectos o, si lo prefieren, más sumisos– a cada grupo, pues no se salva nadie. Y si esas cantidades se van a emplear en pedir votos a los españoles, que respiran peor por lo apretado del cinturón, no sabemos si los responsables de las publicidades, en el uso de los «Falcon», en las dádivas y ayudas descaradas o mal encubiertas, habrán caído en cómo van a reaccionar quienes sufren en sus carnes, de verdad, la crisis. Sabemos que es irremediable y que la culpa viene de lejos, pero el caso es que los efectos se sufren, más cerca.
Y lo mismo se denunció en el Pleno del jueves 10 por algún grupo en relación a determinadas partidas, como la Vuelta Ciclista de la que nadie se hizo el eco debido, con lo que no hubo el efecto «propaganda», y tantos otros. El alcalde, aclaró-justificó con razones evidentes algunas inversiones, pero otras quedaron al aire, como los gastos desorbitados de determinados departamentos…
Lo dicho, si hay que apretarse el cinturón, debería empezarse por «arriba» a todos los niveles.