viernes 15 noviembre 2024
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Nuestra palmáceas no se libran

 

Apesadumbrado aún por la constatación que les cuento, quería hacerles partícipes de que el temido picudo rojo de las palmeras vive entre nosotros desde hace un tiempo, y como fruto de su biología, ya pasa factura de su plácida vida insectívora en las palmeras de nuestra ciudad.

Y dirán ustedes «Con la que está cayendo» …, pues no, no quiero yo arrojar más susto o pesimismo, que para eso ya pagamos a muchos. Simplemente quería acercarles a esos propietarios, vecinos de buena fe que posean una palmera (Phoenix canariensis) a la que guarden cariño, que ésta puede ser afectada o lo esté ya, por un curculiónido del que leíamos existía en el cordón litoral y del que técnicamente creíamos que nos escapábamos por el filtro climático y orográfico que impone nuestro Torcal y su continuidad montañosa. Pues nada, la tesis hizo agua y a pesar de que ya sabia de la eliminación de un ejemplar joven en Calle Niña de Antequera, guardaba la esperanza de que ésta hubiese sido infectada por cuestiones relativas a la propia actividad del propietario, pero ayer tarde y en el mismo barrio, aunque en zonas distintas para más INRI, vi otros dos ejemplares con un grado de infectación importantísimo. Lo peor, además de su estado, es que dos de ellas se encuentran en la cuenca que se enfrenta al Cerro de San Cristóbal, pero la tercera se integra en el casco urbano y mira a éste desde Calle del Río, ¡¡Ahí es nada!!

Y llegado a este punto qué quieren ustedes que les diga, nosotros no poseemos un palmeral hegemónico o tan siquiera un sistema arbóreo en monocultivo como los que capitanean algunos callejeros capitalinos. Pero sí poseemos ejemplares singulares u otros que marcan el paisaje urbano con un importante bagaje. Por ello entiendo que sería muy ventajoso y recomendable el que se tomaran medidas y precauciones ya no sólo por parte de los propietarios, lo cual es tedioso y cómo no costoso, sino que además y tratándose de un patrimonio que de igual forma impregna nuestro casco histórico, fuese nuestro Consistorio el que pusiera en acción el protocolo que la propia Administración Andaluza a través del IFAPA ha desarrollado a tal fin con inusitadas esperanzas. Sé de buena tinta que no son buenos los avatares económicos de la Casa Grande, pero créanme si les digo que el plantear éste no es un pecado monetario. En cambio damos una oportunidad a estos insignes ejemplares para que sigan señoreando su esbeltez en plazas, barrios y casas en las que el propietario, no puede, sabe o quiere que estos sigan ofreciendo sus virtudes.

Ya saben, teman de sus semejantes que el Rhynchophorus ferrugineus Olivier, no gusta de humanos. Salud.

Para saber más: http://www.juntadeandalucia.es/agriculturaypesca/ifapa/servifapa/do/VerDetalleDocumentoGco?fichero=cm:IFAPA/cm:recomendaciones/cm:Recomendacion_Picudo.pdf

JUAN MANUEL RUIZ COBOS

 

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