Esto vengo preguntándomelo desde las pasadas elecciones. No sé cómo puede sentar el tener que abandonar un cargo que tantos privilegios conlleva. A mi juicio, están bien remunerados, sin embargo, no es lo primordial. Es estar en la cresta de la ola, disponer un poco de la vida de los demás, no podemos olvidar que la forma de gobernar incide de manera clara y directa sobre el conjunto de la ciudadanía. Amén de estar en primera fila para todo. No hacen colas, en todos los eventos son los principales y su ocio casi siempre es gratuito. Parece cruel que esta situación privilegiada se tenga que abandonar de la noche a la mañana porque la gente es cambiante y vota a quien le viene en gana, y difícilmente se para a pensar las consecuencias que traerá al político de turno. Sólo interesa analizar reflexivamente la actuación diaria a través del tiempo, de sus dirigentes.
No es cierto que haya cambio en todos los gobiernos. Sí, en aquellos que no están al nivel que se les exige. El ejemplo de Italia, más que económico, se debe a la mala imagen de su presidente, ganada a pulso, un vividor que daña todo lo que toca y que utiliza cuanto tiene a su alcance para mantenerse en primera línea.
¿Tanto atrae el mando? A lo mejor es porque no se lleva con suficiente transparencia y lealtad, y, claro está, se carece de nobleza para entregarlo cuando llega el momento.
Pues el momento ha llegado, y esta ciudad va a vivir momentos de gloria y transformación. Vienen tiempos malos, malísimos si pensamos en las deudas que estos jóvenes entrantes tendrán que afrontar. Pero saben que han recibido un lema que no paran de repetirse desde que han ganado, austeridad, si lo hacen así, seguro que cuando llegue el momento, que tardará muchos años, no les será difícil dejar el mando.