Como en cualquier ciudad media de nuestra Andalucía, tiene muchas ventajas y , claro está, algunos inconvenientes. Entre las primeras, la relación de una cercanía moderada entre sus habitantes permite unos contactos casi familiares, es difícil que en el transcurrir del día a día algo quede ignorado, y no pocas veces hacemos incursiones, conscientes o no, a la privacidad. Esto a nivel individual no pasa de ser el mero cotilleo provinciano de personas aburridas que tenemos que llenar la vida de alguna manera. Pero cuando hablamos de nuestros dirigentes, de las personas que hemos elegido de manera generosa y libre para que nos representen en nuestros derechos y obligaciones, un Pleno de siete horas de duración, además de ser una barbaridad es una falta de respeto a todos los ciudadanos.
¿Qué se saca en claro de tantos dimes y diretes?. ¿Cómo se puede en una sesión dar respuesta a cien preguntas sin dos o tres ya es complicado ajustarlas en los tiempos que corren?. No sé que pensar pero da la impresión de que la oposición se va atropellando a sí misma en su desconcierto por ir perdiendo poder de manera alarmante, o bien que quieren estar presentes, casi con agobio, en las mentes de todos sus posibles votantes para ver si vuelven a obtener su confianza.
En cualquier caso es un error garrafal, porque la gente es bastante más lista de lo que los políticos piensan. Y, saben lo que quiere, pero quiere oír que se trabaja por el bien común. No es demagogia es obligación, que se resuelva lo inmediato, lo cercano, lo que más preocupa, que una familia deje de estar en la lista del paro, que se abarate el recibo de agua para los pensionistas, que se agilice la burocracia para resolver cualquier simpleza. No sé si las cosas van peor, como apostillan quienes no mandan, el dinero está bastante complicado para todos, pero al menos este equipo de gobierno, escucha los problemas de la gente, que eso de entrada, no es poca cosa.