viernes 22 noviembre 2024
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La incomodidad y algunos de sus antónimos

La semana pasada les dejaba con la idea de subir al Torcal en bici de carretera el primer día del año y al segundo con la de montaña. Esto, que puede resultarle a muchas personas una verdadera e inalcanzable incomodidad, puede terminar siendo para mí una especie de antónimo de la incomodidad. Algo muy fácil de explicarles.

La molestia, el fastidio o la fatiga de ascender las duras rampas de acceso al Torcal, pueden terminar aportándonos sensaciones recogidas y especificadas en el diccionario de antónimos en lo referente a incomodidad. Esto es: comodidad, satisfacción, bienestar, salud… Por ello y conociendo desde mucho tiempo atrás estos beneficios no me cansaré, ni tanto como pedaleando, en recordárselos una vez más.

Arrastramos de nuevo una pertinaz sequía, que el campo acusa ostensiblemente, aunque para la recogida de la aceituna esté viniendo muy bien. Sin embargo, y precisamente el día 2 en que nos tocaba cruzar el Torcal con la BTT, la niebla y la humedad hicieron acto de presencia. Apenas si llegó a mojar el suelo, pero las averías en la bici de algún descuidado o confiado socio, y la poca visibilidad para encontrar el sendero adecuado que nos llevase hasta los Navazos y bajada de las Escaleruelas, nos persuadió para que tomásemos la decisión de aplazar el recorrido a través del Torcal Bajo, regresando de nuevo por la carretera, para de nuevo intentarlo el pasado día cinco.

No todos los socios pudieron repetir la subida al Torcal con la BTT, pero los que sí lo hicimos pudimos vencer de nuevo la incomodidad del ascenso al Parque Natural y disfrutar con las vistas y la travesía, pedaleando en ocasiones sobre un auténtico empedrado natural.

La satisfacción una vez conseguido superar el reto, un año más, (y por fortuna y cabezonería van ya muchos), produce siempre las tan beneficiosas endorfinas que nos aportan felicidad y salud.

En nuestro quehacer diario buscamos con ansiedad cualquier faceta del antónimo de incomodidad. No nos apetece ir andando con nuestros hijos hasta dejarles en el colegio, ¡Hace mucho frío! No nos basta con abrigarles, es imperativo el llevarles en coche, aunque con ello generemos atascos. Requerimos, les obligamos, les trasmitimos con ello nuestras sensaciones de incomodidad quejándonos del frío, de lo tarde que es. Aunque sean cinco minutos los que permanecerán en el coche… la calefacción del mismo la llevamos al máximo, tenemos que aparcar… ¡Bajarles con prisas y achuchones aunque sea en medio de la calle! Y en la calle hace frío y está el colegio y todo ello genera zozobra, angustia, incomodidad, en nuestros pequeñuelos. ¡Qué contrariedad! Pues nuestro deseo es precisamente lo contrario, ¿no?

 

La celeridad con la cual esta actual sociedad nos obliga a vivir instigándonos en la busca de una comodidad, incómoda; el anhelo de un disfrutar de la vida, insufrible, fastidiosa; las más de las veces, nos provocan sensaciones a modo de antónimos a lo buscado o deseado con nuestras acciones.

La adaptación al medio, el control de nuestro tiempo invirtiendo parte de él en nuestro propio beneficio, la aceptación de las incomodidades insalvables, nos devolverá la insustituible alegría y fe con la cual deberemos enfrentarnos al quehacer diario si queremos mantener el equilibrio natural que nos redunde en felicidad y salud.

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