Se está acusando al Gobierno de Mariano Rajoy, y de qué forma, porque no cumple lo prometido en cuanto a no subir los impuestos, sin que entendamos cómo no se replica a quienes protestan, el origen de todo, dicho tímidamente por ciertos responsables económicos del nuevo Gobierno, pero sin pasar de ahí, sin preguntar abiertamente quién tiene la culpa y sin tomar las medidas oportunas, que muchos esperaban.
No paran de salir denuncias, basadas en aplastantes pruebas, sobre eres, sobornos, dinero regalado, promoción de granjas avícolas, regalos de trajes, compra de droga, y otros menesteres, con dinero que tenía otro mucho mejor destino… a pesar de lo cual, hay que insistir en una medida que protege a los autores de esos hechos, a los que la Ley trata mucho mejor de lo que ellos tratan a la Ley, al aplicarles el calificativo de «presuntos», por intachables que sean las pruebas.
De esas fechorías, ya hemos dicho en más de una ocasión, que no se puede culpar a ningún grupo «al completo», sino que son «ovejas negras» que salen hasta en la más insospechada de las familias, ante el dolor de sus responsables. Hasta ahí, bien. Lo malo es que, por lo que vemos, que unos han robado presuntamente mucho dinero, la manera de remediarlo es subir lo que sea, con lo que, lo que se benefician unos granujas (sin presunción), lo tienen que pagar… los de siempre, con este Gobierno o con el anterior. Y ahí, o falta mano dura, o valor, o lógica, porque lo primero que hay que exigir a cada «presunto», no es que cumpla pena de prisión, sino que devuelva hasta el último céntimo de lo «presuntamente» mal apropiado, vía dinero esté donde esté, vía quitarle hasta el último ladrillo.
Criticar las subidas o los recortes es un poco tomar el pelo, porque a ver quién tiene la culpa, pero que no devuelvan lo robado (presuntamente), es hacer algo indebido y muy repetido, por desgracia, en nuestro país, que paguen ésas cosas los de siempre, los que echan gas oil o gasolina, los que usan un medio de transporte, etcétera.
Y dejamos para el final lo más grave: esos «presuntos», con los déficit que han creado en varias comunidades, tienen la culpa de que no se investiguen remedios para enfermedades, que se acorten los turnos de especialistas imprescindibles en hospitales catalanes; que se cierren colegios concertados, porque no tienen dinero ni para pagar la luz. Y mientras, siguen funcionando «embajadas» de determinadas autonomías (a costa de la salud de sus ciudadanos); se priman «asociaciones» que sería para tomar a risa, de no ser tan graves las consecuencias; se congelan salarios y otros emolumentos, mientras los otros, se quedan tan panchos, acudiendo a algunos de esos abogados tan «listos» que son capaces, con su verborrea, de hacer la noche día. ¿Habrá que citar casos? Y como a los jueces se les acumula el trabajo –por cierto: ¡bien por Gallardón y las medidas que anuncia!–, los juicios tardan en decidirse años y años. Que le pregunten al famoso alcalde marbellí… Y mientras, el dinero, ¿dónde?