Miren: si yo empezara, cosa que voy a hacer, este artículo de la siguiente manera, ustedes enseguida pensarían que se me ha ido la pinza. Voy al grano. En los recientes premios Goya, se describía así el modelito de una actriz: «La actriz estrenaba color de pelo con mechas californianas, el vestido palabras de honor con brillos color cava y rosa palo lo completó con un clutch metalizado rígido. How?? ¿Dígame?
Te quedas sumido en un mar de extrañas combinaciones adjetivas. Claro, que a mis las palabras no se me resisten y si lo hacen, van listas, pues no soy persona que tire la toalla a las primeras de cambio ni con las palabras ni con otros asuntos. Así que, una vez descifrado el jeroglífico, que ni Champolión hubieran traducido tan pronto, reconoces a una extraordinaria actriz sobre el pie de foto y respiras tranquila. Especialmente porque un minuto antes lees que «No habrá paz para los malvados» ha barrido en los premios. ¡¡FANTÁSTICO!! Espero que con el tiempo y una caña, el título se haga realidad y los malvados no descansen jamás.
¿Trabajo? ¿Mujeres? ¡Vaya por Dios! ¡Con el gobierno hemos topado! En este país hay una mujer, Dolores de Cospedal, que acapara muchos puestos de trabajo. La ambición rompe el saco, pero a ella no le importa, está a salvo metida en su burbuja azul.
Unas tanto y otras nada. Pero la cosa es más grave, María Dolores, llegó a Castilla-La Mancha y canceló las ayudas a las casa de acogida de maltratadas y la de los centros de orientación de la mujer. ¡Así se hace María Dolores! A dar ejemplo de vida.
Yo, por si acaso, me voy a la concentración que hay convocada en la Universidad, entre obras de metro (esa es otra) y la ciudad de la Justicia ¡paradojas del destino urbanístico! Unimos nuestras protestas a la de los compañeros y compañeras insultados y vapuleados en Valencia.
¿Solidaridad? ¿Hartazgo? Desde luego. Y esto sólo está empezando.