Me he quitado el casco. Me lo vuelvo a poner. Es mejor, porque es compacto, serio, lejano a mi estructura mental pero tan cercano a la ósea. Por obra y gracia de un carnet, puedo conducir sobre dos ruedas y sobre ellas me deslizo segura, sobre el asfalto malagueño.
Esta escafandra no me permite oír los lamentos del mundo, las lágrimas del silencio, los trajes cortados a medida de los sentados en grandes mesas lacadas artesanalmente, ¿qué sabrán ellos de este trabajo?
El casco me independiza del mundanal ruido, pero me permite pensar, deducir, observar y concentrarme en mi camino, especialmente esto último, estar «ojo avizor» con lo que piso, con lo que ando. Con lo que conozco con lo que sé. No todo son carreteras asfaltadas. Hay baches que le rompen a una el alma, que le desgajan la vida, que la despojan de sentimientos nobles. Aquí me detengo, pues descifrar los infortunios no es lo mío.
El casco me protege. Sigue en su sitio. Aparcado sobre mi cabeza pensante.
No puedo evitarlo. Ya no leo titulares ni cortos, ni largos. Sólo libros. Sólo páginas encuadernadas con olor a tinta, a palabras sabias, que a veces se llenan de violencia, pero que no rebasan las páginas del libro.
Me decido a bajar y entro en el saber. Piso esta biblioteca por vez primera.
Es el Día del Libro y me esperan un centenar de personas que quieren aprender cómo amar los libros, las lecturas, las palabras.
Ahí fuera hay tantos discursos vanos, tantos gritos, que aúllan y no son oídos, que me parece mágico que mi voz se escuche en aquel recinto acotado de cristal y acero.
Hay escépticos del libro y de tantas cosas. ¿En qué o en quién se puede creer hoy en día?
Los libros me miran indulgentes y me devuelven la sonrisa del silencio, el susurrar de las polillas huidas, el aroma del polvo recién limpio.
Hablo, río, comparto, disfruto.
Ha pasado una hora. Las cámaras de la televisión se apagan, los oyentes se marchan con una firma en sus libros.
Salgo. Me enfundo el casco y me confundo con el mundanal ruido. Sueño y observo.
Camino la vida. Para eso he venido.