Se han convertido en los verdaderos protagonistas de esta crisis. Ahora sobran, y al parecer, muchísimos, y van a seguir sobrando, sólo que bastante más pobres. No voy a entrar en ningún análisis de su eficacia, que la tienen, ni en valorar en qué áreas son más necesarios, que a mi pobre juicio son en casi todas, pero si es cierto que su remuneración de las arcas estatales se va mermando, no tanto como éstas, pero sí que puede tener el agravio comparativo con otros profesionales que también se nutren del mismo fondo.
¿Y los políticos? Son demasiados para lo poco que hay que gestionar, para hacer llegar al ciudadano la misma información por varias vías y, encima certificada, da una leve idea del respeto que le merecemos. Abusan de nuestra conformidad y buen carácter y se jactan con una ironía y esa sonrisa apretada y mal disimulada de que sufren en sus propias carnes los recortes. Me pregunto qué querrán decirme esa gente que sale diariamente en televisión con un traje de buen corte y distinto cada día, cuando a bombo y platillo nos comunica que cada mes destinará algo a las limosnas, porque eso es lo que han hecho, ni más ni menos que renunciar a quedarse con la limosna. Y esto ocurre en cualquier grupo político, hay muchos con sueldazos, y el día tiene las mismas horas de trabajo que para los demás. ¿Mucha más responsabilidad? No me hablen de ella, porque es una coraza muy protectora el decir que van mal las cosas y poquito empeñamos en que mejore. Dejen de discutir el IBI de la Iglesia, ésta anda muy ocupada en atender unas situaciones complicadas, de llegar adonde nadie ve nada, y siempre con agrado y con lo poco que haya. Así que va siendo hora de que ser político deje de ser un chollo y un pasaporte hasta la jubilación, los funcionarios han debido de sacrificarse para obtener las oposiciones, los políticos con aprender a mentir bien les ha bastado.