Comentarios surgidos en torno al altar de la bendición del Corpus, nos invitan a aclarar cosas que son ignoradas: la presencia de Santa Eufemia en el altar, se debe a ser Patrona de Antequera, y no «porque Ella o ‘alguien’ sean más que nadie». Por eso, sin ánimos de polémicas, quisiéramos recordar: el 3 de junio de 1586, el Cabildo de la ciudad dijo «que por cuanto se tiene por su Patrona e Señora a Santa Eufemia… e agora se ha hecho una Imagen de bulto redondo que debió sustituir a otra más antigua, es justo que como a Patrona se lleve en la procesión que esta Ciudad hace del Santísimo Cuerpo de Cristo…», cosa que hacía junto al Cabildo, uno de las dos que, con el Eclesiástico, presidían los grandes actos de la ciudad.
La magna Procesión se incrementó con el Corazón de Jesús, San Isidro, San José y Santa Eufemia. Más adelante, llevaba tal acompañamiento, que el Obispado consideró que tal número «podía distraer la del auténtico Corpus», prohibiendo todas las procesiones añadidas, pero manteniendo la de Santa Eufemia, que representaba al Cabildo Oficial. Años después, se decidió que la imagen de la Patrona estuviera en el altar desde el que se daba la bendición final. Así se mantuvo durante muchísimos años, hasta que la Hermandad encargada de montar el altar, se debilitó, tras la época de esplendor de los 40 del pasado siglo cuando la presidían Carlos Mantilla, Carmen de Rojas Sarrailler, Carlos Blázquez de Lora, y en cargos de honor, el General Varela, su esposa y su hijo.
Miembros de San Sebastián, cuyo párroco era siempre el vicario arcipreste, montaban el altar, hasta que a finales de los 80, aquel bendito vicario y párroco que fue don Antonio López Benítez, encargó a la reorganizada Hermandad de Santa Eufemia, al no haber quien lo hiciera, recuperara el que era considerado «su» altar, montado con ayuda del Ayuntamiento. Desde allí se hacía la bendición y las invocaciones al Santísimo que, por cierto, tampoco se rezaron este año.
Hoy, quien manda, manda, y nosotros lo acatamos (aunque sea por imperativo legal) humildemente, pero en el deseo de recuperar nuestra tradición, confiamos en que antes o después volverá la humilde Patrona al sitio que le fijaron.
Si seguimos rompiendo tradiciones, malo. ¿Cuál será la próxima?