viernes 22 noviembre 2024
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A pie de la Sierra del Jobo

Al pie de la Sierra del Jobo se encuentra la población más alta de la Axarquía malacitana, Alfarnate. Con una población de 1.363 habitantes, este pequeño pueblo enclavado a orillas del río Zábar es centro de un precioso valle ubicado entre las Sierras del Jobo, Sierra de Enmedio, y la Palomera, cerrando el entorno por el suroeste el pueblo hermano Alfarnatejo y la Sierra de la Gomera.

Por entre riscos y cascadas abiertas en piedra caliza el río Zábar se abre camino entre estos macizos adentrándose en la Axarquía. Junto al río discurre una senda o viejo camino de arrieros, llamado «Cuesta de la China». Por él bajaban en tiempos… bucólicos arrieros con sus reatas de acémilas cargadas de garbanzos, cereales y otros productos cosechados en los duros días de verano, para venderlos en las zonas costeras de la Axarquía donde después de recaudar algún efectivo, lo invertían en pescado, verduras y algunas frutas frescas para revenderlas por los cortijos y pueblos de regreso hasta su pueblo de partida, Alfarnate.

El negocio les funcionaba, aquí vendían tomates, allí compraban huevos, más arriba los cambiaban por buenas semillas para el próximo Otoño…

Sucedióle en oportuna ocasión al personaje cuyo nombre habré de omitir, que habiéndose engrandecido económicamente, con ciertas dosis de fortuna, en varios de sus viajes, creyóse este incauto arriero, como se dice por estas tierras, que ya… «Todo el monte era orégano». Que exuberante y excitado con el crecimiento de sus ganancias encontrábase nuestro personaje, en adelante podría divertirse y vivir a lo grande.

Para dar ciertos detalles de la opulencia en la que vivía y de la opípara situación que atravesaba, creyó conveniente que para dar credulidad a sus compañeros de viaje, habría de despilfarrar, malgastar, desaprovechar ciertos productos que en sus mochilas trasportase.

Metióle mano un día a unas dulces y sabrosas brevas recogidas en fresca mañana de San Juan y entretúvose en lugar de comerlas, en lanzarlas a cierta parte del cuarto trasero de la acémila que caminaba delante y que dejaba al descubierto, con la intermitencia en que la mula movía su cola para defenderse de las moscas cojoneras. De esta guisa llegó al fondo del canasto. Pero el tiempo de «vacas gordas» tocaba a su fin. Diversos problemas económicos que afectaron en gran medida a sus acostumbrados enlaces en la compra y venta de sus productos transportados propiciaron que no vendiese nada.

Su rudimentario modelo de economía se desmoronó. A tal punto llegaron sus pérdidas que volviéndose de nuevo al pueblo sin haber conseguido hacer dinero ni tan siquiera para poder sosegar las imperantes solicitudes de su exigente y calavera estómago, íbase encontrando al lado del camino las brevas medio secas que con tanta presunción había empleado a modo de entretenimiento. Pero el hambre pudo más. Y cogiendo una de ellas decía para sus adentros… ¡Ésta no le dio! Y se la comió. Cogiendo otra se preguntaba ¿Ésta sí le dio…? No, esta tampoco le dio. El hambre podía más… de esta forma pasó el camino de regreso, tratando de resolver con lo despilfarrado, los desmanes que se le avecinaban, el tiempo de «vacas flacas» había llegado.

El arriero hubo de vender sus acémilas. Con lo reunido compró algunas hectáreas de terreno y en adelante se dedicó al cultivo de la tierra. Había llegado el momento de abandonar todos los sistemas de rápido enriquecimiento.

Hoy día Alfarnate está considerado el Jerte del Sur, se cultivan cerezas desde las más tempranas hasta las más tardías, variedades como: Burlat, Bing, Starking Summit y las más aclamada la denominada Corazón de Cabrito. A las ya más de 31 hectáreas de terreno sembradas de cerezos se le están adhiriendo cada día más personas con el ánimo de encontrar otra forma de ganarse el sustento. En la Agricultura están encontrado la solución. En su promoción cada año celebran una gran fiesta donde dan a probar sus productos autóctonos, desde la cereza hasta el zoque, las cachorreñas, el morrete setas, los roscos carreros……

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