Con ese propósito nacimos, y con ese propósito tratamos de mantenernos, haciendo de Antequera el «Norte de nuestra Pluma» que diría José Antonio Muñoz Rojas, parafraseando a otro «monstruo» de las Letras antequeranas, Pedro Espinosa. De esta forma, viviendo días de esplendor y días de penuria que se acusan mucho más; recibiendo el reconocimiento de nuestros lectores, el favor de nuestros anunciantes –que no lo consideran «favor», sino vehículo para darse a conocer y comprender que empresas como Coca Cola y El Cortés Inglés, consolidadas, firmes y en pleno éxito, son las que más invierten en publicidad– y el lujo de contar con grandes colaboradores que forman una cadena imposible de superar en estos noventa y cuatro años; acusando algunos golpes bajos, a veces de quienes menos podíamos esperarlo; soportando la crisis sin las ayudas que se dan a otros, seguimos saliendo.
Ahora, como desde 1918, procuramos servir ante todo a Antequera. Las circunstancias políticas nos permitían, antes, ocuparnos más de las cosas de la ciudad que de esa guerra entre partidos que, en el Parlamento denunciaba a voz en grito nada menos que el Defensor del Pueblo, señor Chamizo, reclamando a los políticos que se ocuparan de Andalucía y no de sus «batallitas», entre otras cosas «porque los andaluces están hartos de ustedes y ya no creen en ustedes, a la vista de que no solucionan la situación, vino a decir. Hoy, los políticos, ya porque honestamente crean en ello, ya porque se lo manden «desde arriba» para mantener sus lugares de privilegio, son una catarata de informaciones que nos obligan a dedicar páginas y páginas a la «partitocracia» que vivimos.
En 2012, cuando entramos en nuestro nonagésimo quinto año de edición, la situación económica es de espanto y si los políticos valoraran lo que quiere el pueblo, que es quien puso a cada cual en su sitio, se dejarían de luchas entre ellos y se fijarían como objetivo común sacar a España del atolladero a que le han llevado las malas administraciones de los bancos, cuyos responsables «se van de rositas», y acuden a que los españoles responda de unos errores, en la forma distinta a como lo percibimos en sus ganancias; o la catarata de latrocinios cometidos en muchas administraciones, sin que quien tenía que haber intervenido lo hiciera, llevando a la justicia a quien se ha demostrado se ha enriquecido a costa de los demás, o a quien ha cometido abusos urbanístico en su propio beneficio, o a los responsables de la burbuja inmobiliaria del ladrillo, culpable final e esta situación…
Por eso, hoy, en que nos acercamos al centenario, nuestras esperanzas están puestas en que los políticos se den cuenta de que la gente está quemada y lo que quiere es que se pongan de acuerdo para salir de la situación…
No sería justo, ignorar –y aquí tenemos varios ejemplos– los comportamientos de gente lealmente entregada a los demás, de políticos que tienen una profesión y una preparación, y el objetivo de volver a sus profesiones cuando terminen sus ciclos, sin buscar «profesionalizarse» en la Política. Cuenten con nosotros para ello.