En nota de prensa del Ayuntamiento de Barcelona en relación con el sistema de tarifas para el alquiler de bicicletas que aplicará durante el año 2013, en su servicio de alquiler, «Bicing», se publicaba lo que sigue:
«Abono anual con opción a 50 viajes ampliables a 100 por la cantidad de 42 euros. También se oferta la posibilidad de un bono, tarifa plana por 97,50 euros sin límite de viajes».
Es Cataluña. Ignoro si estos precios son caros o baratos, no he efectuado comparativas, en la página www.bicing.cat en esta dirección existe mucha más información, personalmente me quedo con esos precios y con las estadísticas de uso: «Bicing» requiere de 10 millones de euros al año. Se financia de tres formas distintas: Un tercio proviene del propio abono del usuario, otra parte es sufragada por Clear Channel, la empresa que presta el servicio y se encarga de su mantenimiento, el otro tercio proviene de la recaudación efectuada por el Ayuntamiento en las áreas de estacionamiento verdes –de pago–.
Con todo ello lo que más me ha impresionado de sus estadísticas es el incremento de usos al año –cierto es que estamos hablando de Barcelona– desde 2010 se viene observando un incremento del 45 por ciento, de 11 millones de usos en 2010 a 16 millones de usos en lo que va de 2012, es previsible que para el 2013 se pase de los 18 millones de usos.
¿Vivimos en otro mundo? ¿Somos de otra especie? En Antequera se han malgastado 110.000 euros en el alquiler de bicicletas. Yo tengo mis dudas. Ante todo hay que decir que ese dinero como corresponde habrá de estar facturado y justificado, luego alguien se benefició de la inversión. Y del servicio al ciudadano que todo Ayuntamiento ha de prestar. Otra cosa muy discutible es, si fue acertada la fórmula o no lo fue, es evidente que por los usos que se obtuvieron en el tiempo en que el servicio estuvo medianamente activado, no. Por lo que seguramente no habría merecido la pena, pero…. ¿cuáles fueron los fallos? ¿Por qué en unas ciudades, sí triunfa este servicio y en otras no? Ahí se debería ahondar.
Y yo me pregunto. ¿No nos plantearemos estas mismas o parecidas conjeturas a la vuelta de muy poco tiempo cuando nos percatemos que por ejemplo las zonas denominadas en Antequera, carril bici, –que escasas veces las usamos los ciclistas– son de muy poco uso, estorban a los peatones, limitan las zonas de aparcamiento de automóviles y por tanto vendremos a darnos cuenta que fue un fiasco su inversión?
Al ser humano nos cuesta aprender de nuestros propios equívocos. A mí personalmente me da igual quien o quienes los hayan cometido antes o después de estos o aquellos comicios, lo importante es aprender y mirar hacia el futuro con las ideas claras de mejorar la calidad de vida del ciudadano.
A propósito: ¿sería sensato ataviarnos con vestiduras de gala para ir al trabajo? ¿Se cortarán algún día al tráfico rodado ciertas calles de Antequera pavimentadas artísticamente? Aunque este pavimentado no sea el más adecuado para el duro trabajo al que se le somete con el tránsito diario de vehículos a motor….
En Antequera seguimos soportando los ciudadanos el excesivo gasto y los inconvenientes de pavimentar largas calles al estilo y forma en cómo se pavimentaban en tiempos en que los Romanos estaban al frente de nuestras directrices.