Esta grave situación que atravesamos, que se hace dura, cuesta arriba, sin notar ni el más mínimo atisbo de alivio, y el fin, si es que realmente lo tiene, se presume lejano y demasiado incierto, tiene su lado positivo. ¡Cómo se mueve nuestra ciudad! Se suceden, sin tregua ni respiro al descanso, una y otra iniciativa certera, trabajada y oportuna para tratar de minimizar, en lo posible, tantos problemas, tantos convecinos pasándolo mal y muchos niños que van a ver que esta Navidad no es tan generosa ni hermosa como tiempo atrás.
Emociona esa puesta en marcha de la Guerra de las Galaxias, horas y horas de trabajo en la sombra que nadie va a cobrar, ideas, opiniones diversas y algunas hasta contradictorias para llegar al equilibrio, y sobre todo, imaginación. Salen a la luz artistas casi anónimos que juntan su creatividad y dan vida a una exposición que verán muchos niños y mayores y atravesará las fronteras de lo estrictamente local.
A todos nos gusta soñar, y qué mejor ocasión que visitar este extraordinario proyecto, sabiendo además, que todo, absolutamente todo lo recaudado va a parar a ese techo solidario que cubre toda Antequera, que se va haciendo resistente para tratar de no excluir a nadie.
Me voy a permitir nombrar a uno de los colaboradores, sé que son muchos, como mi apreciado Curro, pero mi vecino de tantos años, Capella, que he visto como evolucionaba su exquisito gusto, he admirado uno tras otro sus escaparates y tiene madera de éxito, la barniza con arte y constancia. El resultado será una Guerra de las Galaxias, no de ensueño, sino de admiración y espectáculo. Un brindis al buen gusto y una unión de fuerzas que hacen posible ver un mundo más humanizado. Felicidades.