El Confidencial, absolutamente fiable en sus datos, publicaba a principio de semana que «Según los datos ofrecidos por Eurostat, se vuelve a señalar a España como el país con peores cifras de empleo de toda la región, ya que su tasa de paro subió al 26,6 por ciento, cuatro décimas más que en octubre. Entre los países miembros cuyos datos estaban disponibles, las menores tasas de paro se registraron en Austria –4,5 por ciento–, Luxemburgo –5,1 por ciento–, Alemania (5,4) y Países Bajos (5,6), mientras que las más altas fueron las de España –26,6 por ciento– y Grecia –26 por ciento en septiembre de 2012–. España registró un paro del 56,5 por ciento entre los jóvenes, frente al 55,8 de octubre; sólo por detrás del 57,6 registrado en Grecia, aunque los datos del país heleno corresponden al mes de septiembre. En el caso del paro masculino, España vuelve a registrar los peores datos de Europa, con un desempleo del 26,2 por ciento, tres décimas más que en octubre, mientras que la tasa de paro entre las españolas subió al 27 por ciento, cuatro décimas más que el mes anterior, sólo mejor que la tasa de paro del 30,1 por ciento que afecta a las griegas».
La frialdad de los números en muy dura con España, donde a esos datos se oponen comentarios sobre el paro encubiertos, mediante la fórmula de los contratos «basura» (sin dar de alta en la Seguridad Social, que es la forma de disminuir esos terribles datos) o quienes estando «en el paro», hacen «chapuzas» que tampoco se notan en la cifra de trabajadores en activo. Sería interesante que, como se hacía antes, se vigilaran estos datos, para comprobar si son ciertos (como pensamos) o si hay ese fraude que muchos no se explican. Efectivamente, hace años, se temía literalmente a los inspectores de Trabajo que visitaban por sorpresa empresas, industrias, comercios, fincas, comprobando que todos los trabajadores estaban afiliados correctamente, cosa que se nos dice hoy no se hace o al menos no con la contundencia de antes.
Por otro lado, se habla de la productividad, y se pone el ejemplo de China, donde se hace todo. Miren ustedes dónde se hacen su televisor, su video, su cafetera, sus juguetes, su ropa, y se asombrarán de que, incluso bajo grandes marcas sobradamente conocidas a nivel mundial, figura el «Made in China», que nos da una lección de lo que se trabaja, aunque sea sin huelgas, ni tantas exigencias, pero haciendo de China una potencia mundial, cuando hace nada rozaba la miseria. Es otro tema para reflexionar y tener en cuenta.
Luego, hay una esperanza: que todos esos miles de puestos de trabajo que los responsables de los agricultores aducían a las obras del ferrocarril, tengan reflejo y aumenten muchísimo esos ciento setenta trabajadores que disminuyeron el paro en Antequera entre noviembre y diciembre.
Unos y otros, industriales, comerciantes, agricultores, tienen en sus manos que la cosa mejore, sin olvidar que el Gobierno tiene que arbitrar las medidas necesarias para que esa mejore sea palpable, ayudando a unos y otros como antes hizo con la Banca.