«¡La economía, idiota, la economía!» gritó Clinton a un consejero que le venía con monsergas. Clinton, que dijo eso en su primera legislatura, fue tan valorado por los estadounidenses que le volvieron a dar su confianza por otros cuatro años. Señal de que supo establecer un orden de prioridades y de que, a pesar de la crisis, que también se notaba allí, las cosas iban para mejor.
¡Qué contraste con la situación española, que nos ha granjeado un nuevo récord mundial negativo: somos el país del mundo con el mayor índice de miseria, un indicador que consiste en la suma de las tasas de desempleo e inflación! España ronda los 30 puntos de «miseria», a la altura de Sudáfrica y delante de países como Venezuela o Argentina, o Grecia.
La tasa de paro en España anda por el 26,18 por ciento de la población activa, cifras que han hecho que hasta Angela Merkel exprese su alarma, en especial por la gravedad del paro juvenil –55 por ciento–, que han provocado que los dos grandes partidos inicien acercamientos para alcanzar un pacto para crear empleo. ¡A buena hora!, porque, empeñados en esa guerra particular de los unos por mantenerse y otros por recuperarse, nadie les recuerda lo de Clinton a su consejero.
Conociendo los datos publicados, la ministra Fátima Báñez, anunció medidas para favorecer a los emprendedores, la reducción de cotizaciones para los autónomos y para los jóvenes, y el ministro de Guindos, dice que «la cosa va bien». Muchos españoles se preguntan cuándo empezarán a mejorar, de verdad, las cosas, y apuntan algunas medidas que nadie se atreve a adoptar.
De todos los robos, fraudes, apropiaciones, beneficios improcedentes, aprovechamiento de parentescos o amistades, antes de nada, devolver hasta el último céntimo para lo que, a la vista de que a una mujer que se apropió de una tarjeta para comprar 199 euros de comida para sus cuatro hijos hambrientos, la iban a meter en la cárcel, la Justicia advierta a los «presuntos», sean quienes sean, que o devuelven inmediatamente el dinero mal reunido, o a la cárcel en la misma proporción que la pobre señora ésa de los 199 euros.
Eso sería dar un ejemplo que haría temblar a los malhechores, y sería una advertencia para quienes sientan tentaciones de cosas parecidas. De ahí saldría un dinero que reactivara la Economía, para crear puestos de trabajo entre los jóvenes, para que se animen las compras, remediando el parón producido por la anulación de la extra de Navidad a tantos españoles.
Otra medida es la revisión, urgente, a conciencia, de los sueldos que ponen los pelos de punta a quienes no llegan a final de mes, de tanto político enchufado y, más aún, para que se revisen esos enchufes y se acometa un reajuste de embajadas autonómicas, del número de políticos, de tanto coche, piso, sueldos y similares.
Como en el caso del Ayuntamiento de Antequera, haciendo reajustes, rebajándose sueldos, eliminando cosas que antes se hacían, muchos pequeños organismos intentan remediar lo que está a su alcance, pero son simples motas ante la magnitud de los grandes responsables que todos saben quienes son…