La operación urbanística de la malagueña Plaza de la Merced no deja indiferente a muchos antequeranos. Quiere su Alcalde que el edificio que se levante en el solar de los cines Astoria y Victoria «enriquezca la ciudad y el entorno en el que se quiere levantar (…) y, añada algo que la ciudad no tenga ahora y sea atractivo». Y uno se pregunta (por preguntar): ¿Habrá algo más atractivo y enriquecedor para Málaga que ampliar la Plaza de La Merced librándola de la mole-tapón que tiene ahora, o de la que amenazan con levantar en su lugar? ¿Se va a pedir al edificio nuevo que añada «algo», cuando es -¡precisamente!- su inexistencia la que proporcionaría al entorno lo que ahora le falta: la fachada de la Alcazaba? Por último ¿puede encomendarse a los arquitectos municipales (¡precisamente!) que levanten barreras arquitectónicas?
Si sirviera para algo, añadiría una sugerencia retórica: Puesto que están ustedes a tiempo ¿por qué no aparcar el proyecto del nuevo edificio…hasta tanto no se haya demolido el viejo? Si así lo hicieran ¿qué presencia cobraría la Alcazaba en el nuevo espacio, al fin diáfano y apto para sentarse a tomar una cerveza? ¿¡Y si por azar resultara un acierto haber descorrido el tupido velo de los cines y no levantar nada en su lugar!?
Como antequerano, en el tema de la Alcazaba-Plaza de la Merced, ve uno cierta analogía con los dólmenes y sus anexos: los túmulos no lucirán en su redondez hasta tanto que los que mandan no entiendan el proyecto original de nuestros antepasados y remuevan los obstáculos añadidos. Y para este urbanismo de derribo no hace falta ser un lince: basta con tener sentido del espacio, gran dosis de generosidad…y una buena retroexcavadora.