Asqueados por las noticias lamentables que un día y otro nos azotan, hasta hacernos quitar la televisión o la radio, como lo estarán los buenos políticos y los afiliados a ellos que comprueban, además, con horror esas noticias que surgen de uno y otro lado del espectro político y a niveles que van desde lo nacional a lo regional, conforta poder recoger noticias como las que esta semana protagonizan tres alumnos antequeranos: Araceli Manzano Chicano, del Colegio La Salle-Virlecha; Candelaria Ruz Conejo, del Colegio “María Inmaculada” y Francisco Javier González Rodríguez, del Instituto “Pedro Espinosa”.
Ellas, Premios Extraordinarios de Bachillerato, por tener las mejores notas de los estudiantes malagueños, que se han ganado, como hay que hacerlo, por su esfuerzo, por sus notas, tener matrícula gratis en su primer curso en la Universidad, además de una recompensa en metálico; él, Mención de Honor en la Olimpiada Internacional de Física, en Dinamarca. Todos, alumnos ejemplares que se tomaron en serio su preparación, tuvieron la fortuna de contar con grandes profesores; pertenecientes, ellas, a Centros Concertados –que dan así la mejor respuesta a quienes les critican, a quienes quieren quitarles subvenciones ignorando, o saltándose, que un alumno en un centro concertado, como son los de la Iglesia, cuesta mucho más barato que los demás–; él, al ejemplar “Pedro Espinosa” donde se suceden los grandes profesores enamorados de su profesión y que se preocupan de verdad por formar a los alumnos, comprendiendo su misión en la Sociedad, la trascendencia de su responsabilidad para formar a esos jóvenes, sobre cuyas manos recaerá pronto el futuro de su tierra, Antequera, Andalucía, España.
Ignoramos si tenían beca o no, pero sabemos que para su próximo curso dispondrán de ella –al menos las dos estudiantes, con total seguridad– y ésas son las becas bien dadas; ésas las que pide el Ministro y la mayoría de la Sociedad, en contra de quienes consienten o reclaman que se pase de curso con tres o más suspensos y de que a pesar de ello sigan teniendo becas.
En los tres Centros docentes, orgullo –como otros– de Antequera, están felices, como nos decía el director del querido “Pedro Espinosa”. Son el resultado de la responsabilidad de los estudiantes y de los profesores que estuvieron sobre ellos, “apretándoles” si hizo falta, siendo constantes y en muchos casos, tras terminar el curso, ayudándoles, generosa y altruistamente, a pasar la Selectividad. Como felices están los padres de esos tres antequeranos ejemplo de la juventud limpia, trabajadora, consciente del esfuerzo de sus padres para que estudien, y de sus profesores para que lo hagan de la mejor forma posible.
Los tres son un espejo en el que mirarse los jóvenes que duden, que les falte un empujón, que no quieran ser “del montón”, ni pasar de curso con suspensos. Sus familias, sus Centros docentes, Antequera, presumen hoy de ellos, que deberían tener un reconocimiento de su tierra para ejemplo y acicate para los demás.