La gonorrea es una enfermedad de transmisión sexual (ETS) conocida ya desde la antigüedad, pero que aún persiste con el paso de los años. Como cualquier ETS es más frecuente en personas con múltiples parejas sexuales, de ahí la importancia de tratar también a las parejas de la persona infectada.
La gonorrea está producida por una bacteria llamada Neisseria gonorrhoeae y se contagia por contacto directo del pene, la vagina, el ano o la boca. Los síntomas tardan en aparecer un máximo de 30 días, aunque lo habitual es que aparezcan a la semana de que se haya producido la infección. Existen personas infectadas asintomáticas, es decir, personas que estando infectadas no presentan síntomas, pero sí son infectivas y pueden contagiar la enfermedad a otras personas sanas. Desde mi punto de vista quizá en parte, aquí resida la gran prevalencia de esta enfermedad incluso hoy en día. En los hombres los síntomas incluyen dolor e inflamación testicular, micciones frecuentes, secreción blanco-verdosa en el pene y dolor al orinar. En cambio, las mujeres pueden permanecer asintomáticas o con síntomas no específicos que pueden confundirse con otras patologías infecciosas. Entre ellos se incluyen el dolor al orinar, las relaciones sexuales dolorosas y flujo vaginal.
El diagnóstico parte de la sintomatología y se confirma con un análisis de la secreción o del tejido afectado que pone de manifiesto la presencia de la bacteria. El tratamiento utiliza antibióticos del tipo penicilinas, cefalosporinas y macrólidos. El tratamiento debe instaurarse de inmediato para evitar que la bacteria pase a sangre o produzca otro tipo de complicaciones como la esterilidad. Como profilaxis de otras ETS se suele recomendar a estos pacientes la vacunación contra el virus de la Hepatitis B y contra el papilomavirus. Para finalizar, les recuerdo que no hay nada mejor que la grata compañía de los amigos para sobrellevar el rutinario día a día.