No me puedo hacer una coleta larga, porque tengo el pelo corto, no me puedo ir a la semana de la moda de New York porque ya ha terminado, así que el front row neoyorquino tendrá que esperarme hasta el año que viene.
Mientras tanto me iré de fiesta de cumpleaños, que es como llama Wert a una huelga o manifestación contra las reformas educativas, que tira a dar a la enseñanza pública, que por cierto no depende de él, la enseñanza pública la pagamos entre todos los españoles.
¡Ah! también las llama huelgas políticas. ¡Claro inspiradas por políticos de su calibre! ¿Cómo querrá que se llamen? Cuidado el maravilloso nombre se lo ha puesto él.
Pues eso, hoy he ido a comprar las velas de la tarta, pero la tienda estaba cerrada por defunción del pequeño y mediano comercio.
Se han cruzado muchas líneas rojas y gruesas: sanidad, educación, pensiones…
Hago un alto en el camino y entro a saco en el armario. ¡¡Cuadros!! Este otoño se llevan los cuadros. Ya se han dado cuenta de que he cambiado de tema porque hablar de este tío el de educación me da nauseas.
Miro con rendido afán ese fondo de armario que se supone que todas las mujeres tenemos. He tocado fondo, vamos que el armario ya no tiene más profundidad, ni más altillo. Encuentro una chaqueta de lana inglesa ¡lo flipo! Pero cual no será mi sorpresa al localizar un par de pantalones de cuadros de la madre Escocia con etiqueta. ¡Están sin estrenar! Hago memoria y enseguida recupero el aliento. Me los regaló una amiga que en aquel momento no sabía que los cuadros no se llevaban. Y yo que soy partidaria de aquello de “el que guarda o el que busca encuentra” he obtenido mi recompensa. Me los pruebo enseguida. Talla 38, la que siempre he tenido. Me quedan como un guante. Estrenaré los pantalones claro, para el cumpleaños de octubre. ¡¡Me encanta encender velas!! Misterios que tiene una.