Sobradamente conocido, por la cantidad de buenos árbitros que siguen el ejemplo de Paradas Romero, es el Colegio de Árbitros de Antequera que dirige Pepe Toro –en otros de sus impagables servicios al Fútbol–, o si lo prefieren la conocida como Delegación en Antequera del Colegio de Árbitros de Málaga, del que depende.
Permanecen en nuestro recuerdo los solemnes actos de inauguración de su sede en la Plaza del Carmen, con presencia de las autoridades locales, representantes de diversos Colegios provinciales y nada menos que de Ángel Villar, presidente de la Real Federación Española de Fútbol y el presidente del Colegio de Árbitros españoles.
La lista de colegiados –y colegiadas, porque las chicas se han animado a formar parte de los alumnos y ya ha habido varias que han actuado como asistentes e incluso como árbitro principal– que han salido de su aula, es tan larga como exitosa, proporcionando a la juventud una vía de escape a sus naturales inquietudes, una distracción que les mantiene apartados “de otras cosas”, con algo que es interesante y hermoso. Pero también proporcionan al fútbol, un elemento imprescindible, sobre todo ahora en que proliferan los Campeonatos de tantas categorías. De ahí su éxito, y el que tenga árbitros a punto de dar el gran salto, tras brillantes campañas arbitrales.
Pero la cosa no es nueva, porque en los años 50, presidido por aquel gran aficionado que fue Antonio Cañas, Antequera tuvo su Colegio, –que se cansó de las injusticias y críticas, aunque lo recuperó Pepe Toro– del que fueron sus principales figuras Juan Manuel Hurtado, Chavero, Rafael Pino y Manolo Sillero. Salían al campo de fútbol, vistiendo pantalón negro con bolsillos, medias negras, camisa blanca con el cuello abierto y una chaqueta negra y era tal su calidad y la confianza que despertaban en el Colegio de Árbitros, que la inmensa mayoría de los partidos jugados en el viejo Maulí, eran ellos los auxiliares del Colegiado, y en algunos casos, incluso, hasta el árbitro principal era uno de los citados.
Había ocasiones en que los equipos que venían hasta Antequera, pedían a la Federación “jueces de líneas neutrales”, lo que les suponía un gasto extra de importancia, pero eran los menos, porque nuestros árbitros actuaban con una honradez a prueba de bomba y una imparcialidad que les costaba algún disgustillo por comentarios que les llegaban desde las gradas terrizas del Maulí, por parte de aficionados que se dejaban llevar por el forofismo de sus colores…
Tiempos románticos los de aquellos tiempos en que el Fútbol estaba mucho menos profesionalizado, lo que daba mayor importancia a la vocación arbitral de los citados árbitros antequeranos.
Ahí quedan en la foto los graderíos del Maulí, que se llenaba los domingos en que jugaban el Antequerano o el Constancia-La Salle, con partidos memorables, y equipos gloriosos de los que salieron “Chuzo”, Pinto, Cárdenas o Ramón Casaus, que llegaron a jugar en Primera División Nacional de Liga.