Y, ¿qué os pido yo este año? Aún no la he escrito. Quizá porque ya me disteis todo lo que uno puede desear: vivir, una familia, unos amigos, una hermandad, una esposa única, amor, una segunda vida en la salud y en la enfermedad, un sable láser… Lo demás, no tiene valor ni sentido, aunque muchas veces se nos olvida lo primero y nos obcecamos en lo segundo.
Os escribo poniéndome en lugar de muchos amigos, de familias, que este año están desilusionados en Navidad, porque miran al lado, esperan el beso de cariño, y no lo encuentran… Y leo sus mensajes en las redes sociales, deseando que pasen ya estas fiestas, y que el año nuevo borre el dolor vivido en 2013. Cosa difícil.
¡Qué complicado es anunciar el Nacimiento del Niño Dios en estos hogares, en los que lamentan la pérdida de un ser querido, o donde no sólo no hay para un juguete, sino que la despensa está vacía…!
Pero, ahí llegan ellos, en silencio, voluntariosos, vestidos de “Juan” Gaspar, “José Carlos” Melchor y “Manolo” Baltasar, para mí, mis tres Reyes Magos este año. El primero, ejemplo de la solidaridad, de pensar en los demás. El segundo, ímpetu, ejemplo de joven emprendedor, quien cumplió su sueño del XVIII, hecho realidad en 2013, con amor, con horas, con sueños… Y, el tercero, 12 años de servicio a los demás, a la Iglesia, coordinando, ayudando, estando ahí…
Los tres, no son los Reyes Magos de Oriente, son “mis” particulares Reyes Magos, quienes representan los sueños de mucha gente que, aunque no lo digan públicamente, seguro que lo sienten por dentro. Los imagino con su corona, su sonrisa y su disponibilidad para ayudar a los demás.
Termino esta carta, dando gracias a Dios, por los Reyes (nunca olvidaré la primera vez que vi a un Rey, en mi casa, de noche, junto a mis hermanos, dándome el abrazo que sólo los padres saben dar…), que cada día, sin que nadie les vea ni les reconozca, están ahí, en silencio, para repartir ilusión de vivir, dando ejemplo callado, para llevar esos nuevos oro, incienso y mirra, a los niños que nacen ya sea en este mundo o en el amor de tantos padres que lo único que quieren es vivir y amar, aunque a veces, no puedan sentir lo que María y José descubrieron allá hace 2013 años.
Aunque haya ya algún niño que empiece a no creer en vosotros, uno, con 39 años ya, cree más aún en Sus Majestades, que están todo el año junto a ti, aunque no los veas, pero sí los sientes cuando su amor te abraza en ese día complicado que acabas de vivir…